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Crónica:TENIS | Torneo de Cayo Vizcaíno
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nadal roza la consagración

El mallorquín obliga a remontar a Federer, el 'número uno' mundial, tras cuatro horas de juego

Rafael Nadal rozó la consagración completa, no la logró, pero sí volvió a barnizarse de la mayor gloria que le espera a muy corto plazo, y que ya ha dado muestras de tocar. El joven mallorquín, aún con 18 años hasta el 3 de junio, tuvo contra las cuerdas a Roger Federer, el número uno del mundo. El imbatible suizo, que venció en su 18ª final consecutiva, sólo acabó ganando, 2-6, 6-7 (4-7), 7-6 (7-4), 6-3 y 6-1, tras casi cuatro horas de juego, el torneo de Cayo Vizcaíno (Florida, EE UU), uno de los 10 Masters Series, el segundo escalón después de los cuatro grandes. La resistencia y calidad de Federer pudieron al final con el gran juego de Nadal.

El asombro se produjo ya en el primer set cuando el español no sólo empezó rompiendo el servicio de Federer, sino que lo arrolló con un juego sólido. Plantado en la línea de fondo, abrió ángulos, dio espléndidamente los golpes paralelos y descontroló al número uno del mundo al alternar pelotas a media pista y a las líneas.

El suizo impuso su resistencia tras ser dominado en las dos primeras mangas

El sueño del mallorquín pareció empezar pronto a terminarse cuando Federer, un auténtico reloj suizo, comenzó a practicar su juego exacto, tanto de derecha como de su maravilloso revés. Se puso 5-2 en el marcador y pocos podían dar ya nada por Nadal. El partido estaba a punto de igualarse. Pero el español, con el descaro de un joven y la moral de un experto, recuperó el tono de la primera manga y no sólo forzó el tie break, sino que ganó el desempate en el que llegó a ponerse hasta con 6-2 de ventaja. El suizo salvó dos pelotas de set, pero no pudo evitar la tercera. ¿Qué estaba pasando? Federer tenía ventaja en golpes ganadores, 22-13, y también en el porcentaje de primeros saques. Pero la clave era que Nadal había sacado petróleo de algo más sutil, pero igualmente importante para hacer la diferencia: los errores no forzados del rival, 19, frente a 14 suyos, y de los mejores segundos servicios. Ante una fortaleza como Federer, el jovencito le tenía dominado. En cualquier ronda del torneo incluso hubiera acabado el partido, pero la final en los Masters Series era la única que se jugaba al mejor de cinco mangas. Necesitaba otra. ¿Se relajaría? Nada de eso. El español seguía centrado e incansable. Aún tendría que esperar y luchar mucho el número uno.

Federer intentó presionar a Nadal, subió a la red, pero se encontró varias veces incluso a contrapié, desbordado por la variedad de golpes del español, que logró ponerse con un 4-1 de ventaja que ya parecía decisivo. Federer dio la sensación de resucitar en ese quinto juego, pero Nadal aún no le dejó. Hasta ahí le salía casi todo, pero iba a cambiar. Nadal no podía jugar mejor, era demasiado difícil, pero Federer sí, y aunque el suizo siguió alternando aciertos y errores comenzó su escalada. Incluso contó con un error arbitral que en el próximo Open de Estados Unidos, donde se podrán arbitrar las bolas dudosas por vídeo, será ya imposible. Y consiguió ganar el segundo tie break, pese que Nadal llegó a tener ventaja de 5-3 en el desempate, la segunda vez que el español estuvo a dos puntos de ganar el partido. La potencia de los golpes de Federer y su mayor resistencia, empezaban a imponerse

A partir de ahí, el suizo se paseó, 6-3, en el cuarto set con un saque mucho más efectivo, ya sin correr tanto, porque aunque en Cayo Vizcaíno, el principal cayo de Miami, no hacía calor ayer, apenas 21 grados, la humedad sí pasaba factura. En esos momentos la experiencia volvía a ser clave. Los golpes de Nadal, aun con genialidades aisladas aún, ya no fueron tan largos, por el cansancio que le llegaba después de un derroche físico tan tremendo. Y falló ya más. Federer le rompió el sevicio en el tercer juego del quinto set y se colocó por primera vez en el partido delante, 2-1. Y ya no dejó el mando.

Nadal, tras conectar un golpe.
Nadal, tras conectar un golpe.REUTERS

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