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Reportaje:

Vivir en el camión

El trágico atropello de seis guardias civiles en Buitrago revela las duras condiciones a que están sometidos los transportistas

"Por culpa de mi profesión he perdido la infancia de mis hijos; paso más tiempo hablando con ellos por teléfono que en casa". Jorge Sigler, de 37 años, es uno de los 380.000 camioneros que hay en España. Vive en un pueblo de Teruel, pero no suele estar más de un día a la semana allí. Desde hace ocho años pasa nueve o diez horas al día al volante y no son pocos los días que carga y descarga las toneladas de mercancía que lleva. Sigler trabaja además en el sector que sufre la mayor siniestralidad laboral en España, por delante incluso de la construcción.

Para este camionero, el desarraigo familiar y las largas jornadas no son sus únicos problemas. El más grave es el poco dinero que le queda al final de mes. "Después de pagar las letras del camión y de la casa, me queda para poco más", asegura. "He estado a punto de dejarlo varias veces; cada vez hay más competencia y cuando sube el precio del gasóleo, nos deja los márgenes por los suelos. La única forma de sobrevivir es echar cada vez más horas; el camión es un mundo cruel", añade.

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Todo apunta a que el accidente del martes pasado en Buitrago (45 kilómetros al norte de Madrid), en el que murieron seis guardias civiles, se debió a una jornada de trabajo excesiva del camionero que los atropelló. Según la investigación, cuando el inmigrante rumano Iulian Toader, de 33 años, chocó con las cuatro patrullas que efectuaban un control antiterrorista en la madrugada del martes, ya llevaba más de 48 horas despierto. No sólo no había descansado, Toader no tenía ni permiso de trabajo ni un carné válido para operar como camionero en España.

El transporte por carretera es el sector con mayor siniestralidad laboral en España. En 2003, murieron 413 conductores profesionales (un 60% camioneros; el resto son casi todo conductores de autocar). Según UGT, fallecen más chóferes cada año que en la minería, la construcción y la pesca juntas. En 2004, los conductores profesionales se vieron involucrados en uno de cada diez siniestros mortales.

Las horas excesivas de trabajo son habituales en el sector de transporte por carretera, según Rómulo Silva, secretario de la Federación de Comunicación y Transporte de CC OO. La normativa europea fija el límite de conducción en 56 horas semanales y nueve horas al día con un periodo de descanso de 45 minutos en cada jornada de trabajo. Para regularlo, cada vehículo que pesa más de 3.500 kilos lleva un discotacógrafo que controla las horas de conducción, la velocidad y el tiempo de descanso. Pero tanto los sindicatos como los propios camioneros aseguran que hay múltiples métodos de esquivar el reglamento. Cambiar los discos e instalar un mecanismo que reduzca la velocidad que registre el discotacógrafo son algunos de los más comunes.

No obstante, la deficiencia principal del discotacógrafo, según Silva, es que es un historial del camión y no del conductor. "Sólo se controlan las horas que conducen, pero la fatiga es acumulativa y las horas de espera, carga y descarga no se computan; las horas efectivas de trabajo pueden llegar a las 14 horas", señala Silva. Además el tacógrafo no impide que un conductor realice dos rutas seguidas con camiones distinto, una práctica tan habitual que hasta tiene nombre propio: el salto.

Para UGT, las jornadas excesivas están provocadas por los bajos márgenes con que operan. "El sector está presionado por los altos precios del combustible y los bajos sueldos", apunta Abel Gómez, secretario federal de carreteras de UGT. Un empresario o un conductor que está dispuesto a arriesgar, puede ganar más. "En España, hay empresarios sin escrúpulos que para reducir costes contratan a inmigrantes sin papeles, les pagan menos y además les presionan para que conduzcan más horas de lo que dicta la ley", explica Gómez. Entre un 10% y 15% de los camioneros que circulan por las carreteras españolas está en esta situación, asegura. La patronal del sector hace otra lectura de la situación. "Es verdad que hay algunos empresarios y conductores que no respetan las normas, pero son una minoría", asegura el secretario general de la Confederación Nacional de Transporte de Mercancías, Miguel Ángel Valverde. "Las prácticas ilegales distorsionan la imagen y el buen trabajo de la mayoría", señala. "Somos los primeros en defender la seguridad vial, el accidente

nos perjudica mucho". También defiende las condiciones de trabajo de los camioneros: "No es un trabajo agotador físicamente; los camiones son cada vez más cómodos y los sueldos, dignos", justifica. "Esto sí, si quieres salir adelante, hay estar dispuesto a vivir en la carretera".

Valverde no defiende al empresario que contrató de forma ilegal al rumano Iulian, pero resta hierro al asunto: "Con o sin papeles, el camionero podría tener tanta experiencia o más que cualquier español que circula a diario por las carreteras". Para el representante de la patronal, las irregularidades están provocadas por las pocas ganancias que aporta el sector. "Estamos castigados por una rentabilidad muy baja, y para salir adelante hay algunos que salten las normas", concluye.

Accidente ocurrido el martes pasado en el kilómetro 74 de la A-1 en el que murieron seis guardias civiles.
Accidente ocurrido el martes pasado en el kilómetro 74 de la A-1 en el que murieron seis guardias civiles.EFE

51.000 empresas y 380.000 camioneros

En España hay 51.000 empresas dedicadas al transporte de mercancías por carretera. En la mayoría de los casos se trata de pequeños negocios familiares: un 90% de las firmas emplea a menos de cinco personas, mientras un 57% sólo tiene un camión, según los datos de la patronal Tradismer.

Además, hay 380.000 camioneros y un 60% de ellos son autónomos. "Tenemos el nivel más alto de camioneros autónomos en la Unión Europea", asegura Abel Gómez, secretario general de carreteras del sindicato UGT.

A juicio de Gómez, el alto nivel de autónomos y una patronal dividida son las razones por las que el sector ha carecido de un convenio colectivo durante cuatro años.

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