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Columna
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Sin privilegios

No me parece ejemplar que en Cataluña siempre haya alguien, o todos, a la vista de lo que acontece estos días, dispuesto a convencer a todo el mundo de que nada de lo que pase puede ser más importante, ni siquiera tan importante, como la defensa de la nación catalana. Lo estamos viendo estos días en los que el mito del seny de la política catalana se tambalea por culpa de algo de lo que esta vez no va a ser fácil convencer a todo el mundo de que no ha ocurrido. Pero parece que estén en ello con tanto ahínco como otras veces. Todos en Cataluña parecen dispuestos a poner de su parte para que sea olvidada la, por otra parte, inolvidable escena del Parlament en la que Maragall apuntó y ahora dice que de ninguna manera quiso disparar. Cada cual pone en el empeño lo que puede y Maragall, además de ir poco a poco acercándose a la rectificación pública y formal que le pide CiU, que por su parte amaga pero no da en el juzgado con su querella, ha encontrado argumento de valor supremo para distraer la atención, argumento que no es otro que el de la defensa de Cataluña y sus intereses, que es algo muy socorrido y que hacía igualmente Pujol cada vez que él mismo estaba en peligro. En medio de su problema Maragall se revuelve contra el presidente Chaves haciendo como que le oía por primera vez diciendo eso de que desde Andalucía no se van a consentir privilegios y desigualdades a favor de unas comunidades sobre otras. Es el discurso que el presidente de la Junta de Andalucía mantuvo con motivo de la celebración del Día de Andalucía y no deja de resultar curioso que el "momento Maragall" consiga que quede claro lo que el presidente Chaves ha mantenido siempre y que muchos aquí, que es donde lo ha dicho cada vez que ha hecho falta, se han empeñado en poner en duda. No corren tranquilas las aguas en la política catalana, pero mientras CiU avisa de querellas que no acaba de hacer efectivas y de mociones de censura que tienen difícil por no decir, de momento al menos, muy difícil futuro, esperemos no tener que asistir a discursos desmesurados que apunten a Andalucía como culpable de los peligros que acechan a la nación catalana por actitudes políticas contrarias a los privilegios, que no son otra cosa que un compromiso de tanto sentido común como irrenunciabilidad.

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