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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Linda Cuba insólita

Antonio Elorza

Acaba de aparecer la versión española, publicada por Debate, de la segunda edición del clásico libro de Hugh Thomas sobre la historia de Cuba. Con la misma combinatoria de narración ágil, apoyada en una extraordinaria capacidad de síntesis y en una perspicacia no menos relevante para saber dónde es preciso ahondar con una investigación propia, Cuba de Hugh Thomas no ha envejecido, a pesar de que su primera aparición data de 1971, salvo en aspectos puntuales como el tema de la dependencia de Cuba respecto de la URSS, o la evolución de la economía socialista, en los que la renovación del conocimiento ha sido prácticamente total. Thomas presentaba la historia de la isla como una permanente "búsqueda de la libertad" -de ahí el subtítulo del libro-, que desemboca en una revolución cargada de esperanzas, pronto traicionadas. Era, a su juicio, "la tragedia de un movimiento político que empezó siendo un cauce para los sentimientos generosos de toda clase de personas y que luego se ha convertido en intolerante". La de Castro es definida por Hugh Thomas como "una tiranía omnipresente que nadie podía prever", bajo la cual sólo cabe apreciar "el triste color de la sumisión" (S. Cazalis).

DOS CUBALIBRES

Eliseo Alberto

Península. Barcelona, 2004.

398 PÁGINAS.

19 euros

Más información
"Ya está bueno de exilio, balseros y tiburones cebados"

En los años setenta, apunta el historiador inglés, todavía podían ser exhibidos como compensación los logros en educación, en igualitarismo y en servicios sociales. De ahí la esperanza que muchos mantuvieron por demasiado tiempo en la posibilidad de un reencuentro con los buenos sentimientos de los orígenes. Incluso en una reconversión política de Fidel. La estrategia de supervivencia a todo precio del régimen en los años noventa disipó todas las ilusiones. Es lo que reflejan la obra y la peripecia personal de Eliseo Alberto, hijo del gran escritor Eliseo Diego y guionista de la agónica Guantanamera de Titón Gutiérrez Alea, del que ahora nos llega esta sucesión de ensayos del desarraigo, titulada Dos cubalibres.

Tal y como sucediera en el

caso del franquismo, la dictadura castrista acaba apareciendo ante todos como una situación política a la que un espíritu maligno (o divino, da igual) asignó el don de la eternidad. "La abrumadora mayoría de los amigos o enemigos de la revolución", explica Eliseo Alberto, "se ha conformado al consuelo virtual que Cuba es un caso insólito, pintoresco, ¿acaso naíf?". Piensa que no hay posibilidad de que nada cambie mientras sigan enfrentándose la cerrazón del Norte, con su embargo que sirve de coartada, y la del tirano gobernante de la isla. Entre tanto, la vida se arrastra, tanto para los cubanos del interior como para un exilio inacabable. En esta circunstancia sólo cabe expresar el lamento: "Pobre Cuba. Pobres cubanos. Pobre yo".

Dos cubalibres está concebido como un puzle en el que van acumulándose los fragmentos de una vida y de una experiencia rotas, y al mismo tiempo cargadas de relaciones y de presencias admirables. Es esto lo que diferencia de modo radical el acontecer cubano de lo sucedido en la URSS y en las democracias populares. A pesar de la voluntad de aplastamiento general manifestada por el régimen, sobreviven, malamente pero sobreviven, los hombres y las palabras. Es ese caudal de recuerdos y de vivencias satisfactorias unas, tristes otras, envueltas siempre en un marco de ternura, lo que ofrece el libro de Eliseo Alberto. Por sus páginas desfilan Raúl Rivero y Gabriel García Márquez, Rafael Rojas y Kid Chocolate, pequeños relatos como El ojo en la llaga e historias verosímiles como la de aquel que estuvo a punto de matar al Caballo, esto es, a Fidel Castro. No faltan los apuntes demasiado cortos e imprecisos, como es el caso de los comentarios sobre la figura del Che a partir de la reciente cascada de libros aparecida sobre su biografía. Aquí la insuficiencia salta a la vista, lo contrario de lo que sucede con las notas sobre una serie de acontecimientos en torno al año 2000, Encuentros y desencuentros, que saben realmente a poco al lector. Destaquemos los pensamientos sobre lo que hubiera podido suceder, si Fidel no hubiese logrado hacer triunfar a su revolución. Eliseo Alberto tiene la respuesta: para bien y para mal, Cuba sería con toda seguridad una isla muy caliente, y La Habana un infierno, pero eso sí, "un infierno maravilloso".

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