El ser desconocido
Llevo todo conmigo, todo el ser desconocido,
el ritmo de las zancadas que pisan y aman,
un visillo, un resplandor, mirar y sentir
que la vida me reclama y pide ayuda:
solicitud, costumbre, alabanza, fervor,
entrega y resistencia, una moral del cielo.
Bancos vacíos, silencio, humedad, recogimiento,
¿quién pisa?, ¿qué buscas?; ¿entrarás?, ¿besarás?
Reverbera el sol, una cadencia, corazón,
un territorio recogido como un vuelo veloz,
un rayo fácil de sujetar, un íntimo relámpago.
Tras los visillos alguien desconocido mira...
Llevo todo conmigo, todo el ser desconocido,
el ritmo de las zancadas que pisan y aman,
un visillo, un resplandor, mirar y sentir
que la vida me reclama y pide ayuda:
solicitud, costumbre, alabanza, fervor,
entrega y resistencia, una moral del cielo.
Bancos vacíos, silencio, humedad, recogimiento,
¿quién pisa?, ¿qué buscas?; ¿entrarás?, ¿besarás?
Reverbera el sol, una cadencia, corazón,
un territorio recogido como un vuelo veloz,
un rayo fácil de sujetar, un íntimo relámpago.
Tras los visillos alguien desconocido mira
y anota igual que yo lo que el jardín
sugiere al sol que late para colmar
la música que arde en los arbustos florecidos.
¿Para llegar adónde? Más lejos, sin fin,
las hojas que un mirlo picotea, el jardín silencioso,
el cuadro, el camino, la ciudad cuyo cielo
prende en los arbustos de La Castellana,
la verdadera música del corazón colmado.
Por tanto, en el camino está mi principio
y en las calles está mi ascensión a los cielos.
Ángel Rupérez (Burgos, 1953) es autor del libro de poemas Una razón para vivir (Tusquets, 1998).