EL DEFENSOR DEL LECTOR

Cuestión de credibilidad

Para elaborar esta columna, la primera tras tomar el relevo de Malén Aznárez, he tenido la suerte de contar con las reflexiones del veterano periodista Bill Kovach, presidente del Comité de Periodistas Comprometidos, un grupo que desde Estados Unidos trata de entender por qué los medios de comunicación han perdido credibilidad en los últimos años y qué se puede hacer para superar esa situación. Kovach fue jefe de la delegación en Washington de The New York Times.

En una reunión que mantuvo el miércoles pasado con periodistas de este diario, Kovach atribuyó la crisis del periodism...

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Para elaborar esta columna, la primera tras tomar el relevo de Malén Aznárez, he tenido la suerte de contar con las reflexiones del veterano periodista Bill Kovach, presidente del Comité de Periodistas Comprometidos, un grupo que desde Estados Unidos trata de entender por qué los medios de comunicación han perdido credibilidad en los últimos años y qué se puede hacer para superar esa situación. Kovach fue jefe de la delegación en Washington de The New York Times.

En una reunión que mantuvo el miércoles pasado con periodistas de este diario, Kovach atribuyó la crisis del periodismo fundamentalmente a dos causas: el desconcierto que ha producido la aparición de Internet y la tendencia de los medios a integrarse en corporaciones de enormes dimensiones. Su mayor preocupación la mostró sobre lo segundo.

En su opinión, la competencia por lograr el predominio en un mercado mundial entre empresas cada vez de mayor dimensión y más diversificadas hace que "un diario o un canal de televisión ocupen año a año una parte menor del total del negocio". Las decisiones relevantes, sobre todo económicas, se toman en centros lejanos que muchas veces no tienen en cuenta una peculiaridad de las empresas periodísticas: "que el valor de una empresa de noticias se basa en la credibilidad entre sus lectores, oyentes o espectadores".

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El veterano periodista mostró su convencimiento de que los recortes económicos que imponen esas corporaciones a sus medios están maltratando al buen periodismo y, a la larga, les producirá perjuicios económicos y no el beneficio que buscan. Kovach anunció la puesta en marcha de un trabajo que analizará los contenidos y los resultados económicos de dos centenares de periódicos durante 60 años. Se trata de establecer unos parámetros medibles de calidad y ver si el periodismo bien hecho es económicamente más rentable que el chapucero. Kovach está convencido de que ha sido así y de que los resultados del estudio ayudarán a convencer a los empresarios del valor de la buena información.

Hay un cierto consenso entre los profesionales en considerar periodismo de calidad aquel que se sustenta en informaciones ciertas (sometidas a un proceso de verificación), hechas con independencia, honestidad e imparcialidad. Y todo ello desde la lealtad a los lectores, porque "el propósito del periodismo consiste en proporcionar al ciudadano la información que necesita para ser libre y capaz de gobernarse a sí mismo", según las palabras que utiliza Kovach en su sobresaliente obra Los elementos de periodismo, elaborada con Tom Rosenstiel, publicada en EE UU en 2001 y traducida en 2003 al español.

La idea de que por encima de los lectores no debe situarse nada figura en el Libro de estilo de este diario, la norma de obligado cumplimiento para sus periodistas. El punto 1.18 dice así: "El interés del lector prevalece sobre cualquier otro. La mejor forma de evitar el conflicto de intereses es la transparencia interna que este periódico se compromete a mantener". A garantizar esa transparencia contribuye, desde 1985, la figura del Defensor o Defensora del Lector. A través de él o ella, según señala el estatuto por el que se rige, "las quejas, dudas y sugerencias de los lectores" sobre cualquier contenido del diario podrán ser expuestas en esta columna, que aparece los domingos.

Una foto de Irak

Esta sección del diario es buena medida un mecanismo de control de calidad que encauza e institucionaliza algo que los lectores han hecho toda la vida con el periódico que leen cada día y tienen como propio: llamar espontáneamente a su Redacción cuando ven que algo está mal. Este domingo se vio con claridad. A primera hora de la tarde algunos lectores telefonearon a la Redacción, al tiempo que otros remitían mensajes electrónicos al Defensor del Lector para notificar que en la primera página del diario el pie de foto publicado no se correspondía con la imagen que acompañaba, en la que aparecía un cartel que cualquiera que supiera árabe podía fácilmente leer.

Éste era el pie de la foto que reproducimos bajo estas líneas: "Un grupo de marines reparte pasquines a los iraquíes con información sobre dónde y cómo votar en la provincia de Al Anbar, al oeste de Irak". Un pasquín escrito en árabe es, ciertamente, el elemento central de la imagen. En él, bajo el título de "No vivas con miedo", se dice: "Si tienes información sobre terroristas o armas de destrucción masiva, te pedimos que te pongas en contacto con nosotros en la página web www.iraqaamen.com [Irak seguro]. Podrás recibir una compensación económica por tu ayuda". La sección de Internacional hizo la correspondiente comprobación y en la edición del lunes se publicó una fe de errores en la página 15 que daba cuenta de la equivocación.

Elías Hayali, de Madrid, fue el primero en lanzar la alerta por correo electrónico, a las 14.37 del domingo. Tras señalar la discrepancia, comentaba: "Creo que EL PAÍS debía haber revisado el texto que aparece claramente en la foto, y no depender de la supuesta neutralidad de Reuters, que tiene su sede en la capital de uno de los países ocupantes, interesado en imponer su teorías". Interpretaciones aparte, el lector atina al atribuir dos paternidades al error: este diario y la agencia Reuters.

La fotografía acompañaba la información previa de las elecciones que se celebraron ese mismo domingo en Irak, titulada Al Qaeda reitera la amenaza contra los iraquíes que acudan a votar hoy. Al seleccionar esta imagen, donde los soldados son protagonistas, "se pretendía subrayar que las elecciones se iban a celebrar en una situación de anormalidad", explica Álex Martínez-Roig, el subdirector que estaba ese sábado al frente de la Redacción. Una vez escogida la foto, el pie lo elaboró la sección de Internacional a partir de la información que aportaba la agencia Reuters. Ninguna de las personas presentes ese día en el diario sabía árabe y a nadie se le ocurrió cuestionar la información de una agencia que comete pocos errores. Reuters no transmitió ninguna corrección.

Desde Londres, y en respuesta a la queja que remitió la sección de Fotografía de este diario, el responsable gráfico de la agencia Reuters para Europa, Oriente Próximo y África, Jonathan Bainbridge, pidió el miércoles disculpas por el error. Señaló que en la fotografía figuran en un segundo plano soldados iraquíes repartiendo información electoral y, dominando la fotografía, un marine de EE UU sosteniendo el pasquín que pide datos sobre los insurgentes. "La confusión entre ambos está detrás del error", precisó. En su mensaje, remitido por correo electrónico, agregó: "Para todos los periodistas de Reuters la precisión es sacrosanta y es norma de la compañía enmendar siempre los errores abiertamente. En este caso no se envió una corrección del pie de foto porque no fue advertida la equivocación. La foto en cuestión ha sido corregida en el Archivo de Fotografías de Reuters".

Con todos los datos en la mano, en el pie de foto publicado el domingo hay un error mínimo -los que reparten folletos electorales son soldados iraquíes y no marines- y una omisión importante: junto a ellos hay un soldado estadounidense que pide a la población datos sobre "terroristas y armas de destrucción masiva".

Habrá que estar más al tanto con las fotos. Porque el martes hubo otro incidente. Las agencias internacionales distribuyeron la imagen de un supuesto soldado estadounidense secuestrado, John Adam, que resultó ser un muñeco. Un grupo denominado Brigada de los Muyahidin anunció en su página de Internet el secuestro y acompañó el texto de una foto que dio la vuelta al mundo. La víctima resultó ser un muñeco de la serie Cody, creada por la empresa Dragon Models, SA, en 2003 con la expresa voluntad de que los modelos se asemejaran a los combatientes en Irak.

La rectificación de las agencias llegó en esta ocasión a tiempo y la foto, inicialmente incluida en la sección de Internacional, pudo ser retirada y no apareció en ninguna de las ediciones distribuidas en España, aunque sí en la europea.

'Casablanca'

El domingo pasado se produjo otro hecho que provocó el enfado de muchos lectores. El periódico, que ese día regalaba el DVD de Casablanca, se agotó a las diez o las once de la mañana en la mayoría de quioscos. Estos asuntos no entran dentro de las competencias del Defensor del Lector, limitadas a cuestiones de contenido del diario, pero la conmoción fue tal que debía dejar constancia. Leopoldo Ballarín, uno de los perjudicados, expresó así lo que él vivió: "Los asiduos lectores de EL PAÍS nos vimos obligados a una infructuosa peregrinación de quiosco en quiosco, de tienda en tienda o de gasolinera en gasolinera para intentar conseguir, no la película, sino el periódico de todos los domingos, ese periódico adquirido casi con religiosidad desde que el tiempo es tiempo, para poder disfrutarlo, comentarlo e incluso coleccionarlo".

Algunos nos han pedido una explicación. Felipe de Lucas, gerente comercial, pide disculpas por los problemas que se produjeron y cuenta que ese día se repartieron 1,2 millones de ejemplares, "una cifra muy superior a la habitual". De Lucas asegura que para reducir al máximo el número de perjudicados se ha pedido a los puntos de venta que acepten solicitudes de aquellas personas que se quedaron sin Casablanca y también de las que no pudieron obtener el volumen de la Enciclopedia Universal por carecer del cupón que figura en la última página del diario.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 91 337 78 36.

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