"Para morir siempre había tiempo"
CARLOS E. CUÉ | Madrid
"Cuando me liberaron, llegamos a París y no lograba acordarme de mi nombre. 4534, 4534, repetía sin parar. Tardé un mes y medio en darme cuenta de que era una persona". En 1945, Jaume Álvarez había reducido su vida a la supervivencia.