_
_
_
_
_
Reportaje:

Turquía confía en que la UE "cumpla su parte"

Inquietud turca en vísperas de que los 25 decidan sobre la apertura de negociaciones

Xavier Vidal-Folch

Turquía espera con ansiedad la decisión que la Unión Europea (UE) debe tomar el día 17 sobre la fecha de eventual apertura de las negociaciones de integración. Ankara y Estambul quieren creer que Europa "cumplirá su parte", después de que los turcos han lanzado una impresionante catarata de reformas legislativas democratizadoras, que sin embargo exhiben aún graves lagunas de aplicación (derechos humanos, tortura...). Se detecta irritación por el afloramiento de nuevas condiciones; conciencia de que la adhesión irá para largo (quince años), y ausencia de alternativas a la apuesta europea.

"Nosotros hemos demostrado hasta la saciedad que somos capaces de hacer los deberes; ahora la UE debe cumplir su parte". Esta frase del ministro turco de Asuntos Exteriores, Abdulá Gül, se ha convertido en lema. La salmodian, con una u otra variante, todos los miembros de la clase dirigente turca consultados en distintos encuentros, celebrados en Ankara y Estambul, a una semana de que la cumbre de la UE decida si fija la fecha para el inicio de las negociaciones de integración del país mediterráneo oriental en el club comunitario.

El Gobierno islámico ha realizado en dos años una catarata de reformas democráticas
Más información
La tortura es aún sistemática, pese a la política de "tolerancia cero"

"Hemos cumplido y esperamos que el día 17 los 25 sean leales", reitera el influyente diputado del gubernamental Partido de la Justicia y el Desarrollo (AK, en sus siglas turcas), islámico moderado, Ali Ruza Alaboyun, vicepresidente de la comisión parlamentaria para la armonización con la UE.

La Comisión independiente de personalidades europeas (Martti Ahtisaari, Marcelino Oreja, Anthony Giddens, Emma Bonino...) que examinó el caso en septiembre avaló ese cumplimiento: "Turquía ha conseguido más reformas en poco más de dos años que en toda la década anterior", escribieron. "A ver cuándo el Gobierno español da el do de pecho y contrarresta tantas declaraciones antiturcas", reclama Bonino, ahora activista en el Bósforo.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

También el preceptivo dictamen de la Comisión Europea del 6 de octubre recomendó la apertura de negociaciones después de que el Gobierno de Ankara haya realizado dos grandes reformas constitucionales y emprendido ocho paquetes legislativos. Medidas todas ellas para aproximarse a los estándares democráticos de la Unión, el principal de los dos grandes "criterios de Copenhague" de obligado cumplimiento para negociar la integración. El otro es la existencia de una economía de mercado capaz de resistir la competencia europea, algo que va por buen aunque larguísimo camino tras la estabilización practicada para suturar la crisis de 2001 y merced al éxito del plan de austeridad financiado por el FMI.

Y es que este trajín legislador, estimulado por la perspectiva de integración, ha eliminado la pena de muerte y los tribunales especiales de seguridad; ha suprimido las penas de cárcel por delitos de opinión; ha levantado el estado de excepción en la zona kurda y ha dado mayoría a los civiles en el Consejo de Seguridad Nacional, antes hegemonizado por los militares, entre otras cuantiosas novedades.

La vorágine normativa, una auténtica refundación del Estado secular y occidentalizado fundado por Atatürk en 1923 (y degradado por los sucesivos golpes de timón militares desde los años sesenta) se apoya en una opinión pública favorable a la UE en casi un 70%. Aunque a diferencia de la España de los setenta, lo sea más por motivos económicos que políticos. Comprensible, pues la riqueza turca es un tercio de la española.

Pero una cosa es la letra de la ley y otra su aplicación, "la tarea en la que ahora estamos enfrascados, porque si tienes unanimidad, con la oposición socialdemócrata remando a favor, es fácil cambiar la norma; pero es más difícil y más lento aplicarla bien", reconoce el diputado Ruza Alaboyun. Su comisión parlamentaria ha informado en los dos últimos años sobre 480 leyes, "el 80% de armonización con la UE". "Somos un país grande, no resulta fácil llegar a todos los rincones", se escuda Nilgun Arisan, del secretariado general de Asuntos Europeos, el equivalente a lo que fue el equipo negociador español de la Trinidad.

"El islam y el secularismo pueden vivir juntos", asegura Alaboyun, para quien el episodio del Gobierno islamista extremo de Necmettin Erbakan en 1996 "hizo aprender a todos. "La principal lección fue que hay que separar la política de la religión, que es una cuestión privada", explica. Claro que Turquía es un caso insólito: un Estado secular con elementos de religión de Estado pues los imanes son nombrados, pagados y controlados por el Gobierno. "Atatürk modeló un islamismo suave compatible con el secularismo para evitar uno de sesgo duro, y dura", explica una diplomática europea.

Irrita el continuo afloramiento de nuevas posibles condiciones, como el reconocimiento oficial de Chipre: algo que antes o después deberá realizar Ankara, pues se trata de uno de los 25 socios a los que pretende adherirse, pero se duda de que la isla sea capaz de bloquear la inminente cumbre aunque el reconocimiento no llegue antes. "Ni una condición menos que los otros candidatos, pero ni una más", es la doctrina oficial. "Esperamos que la decisión del día 17 sea positiva y no traiga discriminaciones para Turquía", añade Alí Kermal Ayudion, director general para Relaciones con la UE del Ministerio de Exteriores.

Los dirigentes turcos desprecian una "asociación privilegiada" como la sugerida por Valéry Giscard d'Estaing (participación de Ankara en todo, salvo en las instituciones comunitarias) porque "las decisiones las tomarían los demás y Turquía se limitaría a ejecutarlas, sería un trato desleal". A cambio, están dispuestos a extremar la paciencia. Saben que su país está atrasado y que constituye un bocado indigesto para la UE. Por eso, nadie pronostica una integración para antes de 2014; muchos hablan de 15 o 20 años. ¿Para tranquilizar? También por realismo, y porque piensan que los 3,8 millones de emigrantes, de orígenes rurales y poco cualificados, son malos embajadores en la Unión, sobre todo en Francia y Alemania, sus destinos principales.

"Turquía necesita a Europa para continuar su programa de reformas", sentencia el refinado exministro de Finanzas Ziya Müezzinoglu, presidente de la Fundación Turquía / Europa, con sede a orillas del Bósforo. "Y también la UE necesita a Turquía, para completar su identidad", demostrar que no es un club cristiano; influir en países de otras religiones; convertirse en actor global internacional, apostilla.

Si se produce un rechazo europeo "los sentimientos quedarían heridos, aumentaría el nacionalismo y el fundamentalismo, crecerían los peligros para la seguridad colectiva", recita el occidentalísimo Serif Sayin, ex directivo del Banco Mundial y director de la fundación Tesev, impulsada por los más modernos empresarios de Estambul. "Si nos cierrran la puerta, sólo nos quedaría la alternativa de estrechar la coalición con el señor Bush", alerta, aunque sin convicción. Y es que esta sociedad ha puesto toda la carne en el asador de la UE.

Manifestantes en el centro de Estambul, ayer. En una de las pancartas se lee: "Las mujeres kurdas queremos entrar en la UE con la identidad turca".
Manifestantes en el centro de Estambul, ayer. En una de las pancartas se lee: "Las mujeres kurdas queremos entrar en la UE con la identidad turca".REUTERS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_