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Columna
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La libertad de Valentina

Almudena Grandes

Se puede?

Valentina, de momento, no contesta. Tiene lo que se dice un mal día. Anoche discutió con su marido por una tontería; esta mañana, su hija mayor le ha contado en el desayuno, con el desparpajo de las cosas que no tienen importancia, que se ha equivocado de carrera y que va a dejar biológicas para hacer arte dramático, preferiblemente en Londres -"¿y quién te va a pagar eso?", "pues…, papá y tú, ¿no?"-, y en la puerta del colegio le ha asaltado un padre indignado, y con razón, eso es lo peor, con razón, porque el sábado anterior fue con su hija a recoger un premio de un concurso nacional de dibujo e intentaron venderle una enciclopedia. "A mí no me importaría que hicieran esto en colegios privados", le ha dicho, "pero que se utilicen los públicos como plataforma para que algunas empresas hagan negocio con la ilusión de niños de siete años me parece un escándalo". "Sí, lo es", ha reconocido ella. "Pues quiero presentar una protesta formal". "Muy bien, habla con el director". "No, prefiero contártelo a ti y que tú hables con el director". "¿Yo, por qué?". "Porque sí, porque me fío de ti y porque sólo tú puedes representarnos a todos". ¡Qué listo!, ha pensado Valentina. Y ahora éste, se dice, ahora encima éste, que ni siquiera me toca, porque no soy su tutora, por cierto…

-Hola… -al final, Júnior entra sin llamar-. Que vengo a verte porque dice mi madre que si has escuchado la canción del festival ese de Eurovisión para niños.

-¿El que hemos ganado?

-Sí. Para más inri, dice mi madre. Oye, por cierto… ¿Qué quiere decir lo de inri?

-Eso, mejor te lo cuento otro día… -pero de repente se le ocurre que este niño tan listo puede hacerle la misma pregunta a otro profesor, para que luego, en el claustro, se dedique a argumentar a favor de la asignatura de hecho religioso, y hasta ahí podíamos llegar-. Bueno, verás, es una expresión latina de origen cristiano que reproduce una inscripción que solía acompañar a las imágenes de Cristo crucificado. En español, y en el sentido en el que lo ha usado tu madre, inri quiere decir para mayor vergüenza, para colmo.

-Ya, ahora lo entiendo… Pues que ella dice que si has escuchado la canción.

-Por encima.

-La traigo apuntada -Júnior sonríe mientras se saca un papel del bolsillo del pantalón-. Te voy a leer el estribillo. La canción trata de unas niñas que van a una discoteca y se pintan, y se ponen rulos, y luego dice, verás… -y empieza a leer-. Hemos venido a bailar, para reír y disfrutar, porque después de tanto y tanto trabajar, las mujeres necesitan una poquita, una poquita, una poquita de libertad.

-¿Qué? -y Valentina le mira como si se le fueran a salir los ojos de las órbitas mientras el niño vuelve a leer lo de la poquita de libertad-. ¡Pero no me jo… -y se corrige por los pelos- digas!

-Sí te lo digo -Júnior se ríe-. Y dice mi madre que qué piensas hacer.

-¿Yo?

-Pues sí… Porque ella dice que deberías escribir a Solbes y preguntarle qué crucecita habría que marcar para que no se usara el dinero de sus impuestos para pagar espectáculos bochornosos. Y que ya está bien. Y que le da lo mismo que la canción la haya escrito una niña de nueve años. Y que cómo estará este país para que las niñas de nueve años escriban canciones así. Y que si no hay nadie en la televisión pública que tenga dos dedos de frente para darse cuenta de que es una barbaridad que una cría salga cantando eso. Y que lo de Europa, igual, que tanto meternos con los americanos para esto… Está hecha una fiera. Mi padre le dijo el otro día que no exagerara, que estas cosas no tenían importancia, y ella le dijo: te vas a enterar tú de lo que tiene importancia, vas a estar una semana entera en ayunas para enterarte; por mi poquita de libertad que te vas a enterar, mira por dónde… Mi padre siguió riéndose, y al final mi madre se rió también. Eso tampoco lo entendí.

-Da lo mismo -Valentina sonríe, se pone seria, vuelve a sonreír-. Lo que no entiendo es qué pinto yo en esta historia. ¿Que tu madre cree que hay que escribir a Solbes? Muy bien, que le escriba. ¿Pero yo?

-Hombre, Valen… Tú eres la única en el barrio que sirve para esto, la única, ya lo sabes -Júnior hace una pausa, mira a su vecina, la ve dudar-. ¿Qué le digo a mi madre?

-Dile que cuando tenga la carta ya la llamaré. Y que vaya hablando con más gente… -esto es un no parar, se dice a sí misma mientras tanto; un no parar, en serio-. Pero que, de momento, tengo que terminar otra carta de protesta por un lío de unas enciclopedias, y que no me meta prisa.

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Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

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