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En casa de Iniesta

Jordi Quixano

Marchó a La Masia siendo un niño para volver como un futbolista, un jugador que no desentona sino que completa el centro del campo del Barça. Ayer, Andrés Iniesta cumplió los requisitos que exige Rijkaard a sus medios: estar bien posicionado, hacer faltas tácticas y presionar para armar la jugada de ataque. Iniesta sólo tardó un minuto en dividir los corazones de los aficionados del Carlos Belmonte, pues muchos, aunque de forma inconfesa, celebraron para sus adentros el gol de Iniesta, del que nació en 1984 en Fuentealbilla (Albacete), y que a los doce años cambió la zamarra del Alba por la del Barça. Por lo que ayer, además de ser el ídolo de muchos por su orígen, fue el rival. Iniesta empezó la jugada que desaprovechó Eto'o y le rebañó después la pelota a Peña para marcar. En lo que fue un gesto avisado, a modo de respeto y aprecio, el centrocampista azulgrana no celebró el tanto, aunque se dejó abrazar por los compañeros para saborearlo.

De suplente de lujo, de jugador número 12 en cada partido, Iniesta ha pasado a titular desde que se lesionaron Larsson y Giuly y el equipo se quedó sin delanteros. A falta de puntas, y con Ronaldinho sin entrar en juego, son los medios los que resuelven. Iniesta metió el primer gol y Xavi el segundo. El chico de Fuentealbilla no pudo tener mejor regreso a su casa. El Carlos Belmonte se llenó de azulgrana en honor a Iniesta, abrazado por vecinos y aficionados.

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