Ruina en Majadahonda
Leo en su periódico que el Ayuntamiento de Majadahonda tiene una deuda de 15 millones de euros, unos 2.500 millones de las antiguas pesetas, si no me equivoco; en mi calculadora no caben tantos millones.
Desde luego, no será por asfaltar las calles, ni haber hecho nada decente en el pueblo. Se lo ha debido de gastar el señor alcalde en arreglar la urbanización donde vive ahora. Allí sí que ha asfaltado, cambiado luces, aceras nuevas, alcantarillas y ha instalado la recogida automática de basura. Ha dejado algunas chapucillas, como son cables que aún andan por ahí, pero la ha dejado muy bien, incluso ha señalizado las calles (nosotros llevamos pidiendo que nos asfalten la calle 12 años, y la señalización, un año).
En la calle de Charaima hay una guardería y se ha pedido mil veces que se ponga un paso de peatones y que se señale bien la existencia de niños; ni caso.
Eso sí, ayuda a sus amigos para que hagan fiestas como la insólita jornada de "cocina majariega". Ningún lugareño sabe que tal cocina haya existido nunca. Es un bar que sus clientes a la gente tranquila que pasa por ahí les arrojan objetos como puede ser un servilletero. Buena clientela, sí, señor, y utiliza de propaganda una carta del as de bastos ¿Lo sabrán los Fournier de Vitoria?
También cambia cada dos por tres las flores de las rotondas y maceteros. ¿No hay flores que duren más de dos meses? Claro, que el jefe de jardineros tiene un vivero, y nada barato.
Le recuerdo que el dinero es nuestro y que se lo tiene que gastar en nosotros, no en hacer chapuzas entre sus amigotes. Ya hay gente que me ha dicho que no piensa pagar el impuesto de bienes inmuebles hasta que no arregle la zona de la galería comercial, que está, como todo el centro, hecha una pena. No pagar, eso es lo que deberíamos hacer todos.
Cobre usted todas las multas y ponga todos, todos los vados en orden; en la urbanización Charaima, por ejemplo, los hay a montón, pero sin licencia. Ni se molestan en pedirlos, con lo cual no pagan, pero te exigen que no aparques en su salida. Añado, para terminar, que no necesita tantos asesores, ¡para lo que le sirven! Puede ahorrarse el dineral que nos cuesta cada uno al mes. Si no me equivoco, y sabe usted que no, ha llegado a tener hasta 11. Váyase, señor alcalde.
