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EL FUTURO DEL PARTIDO POPULAR

Rajoy se estrena con una guerra interna en el PP

El éxito de su gestión dependerá de cómo se resuelvan las disputas por el poder en Madrid, Valencia y Galicia

El éxito de la gestión de Mariano Rajoy dependerá de cómo se resuelvan las disputas por el poder planteadas en Madrid, la Comunidad Valenciana y Galicia. Lo que sigue es un análisis de las tres principales amenazas de la estabilidad del nuevo equipo directivo del PP:

EL CISMA DE MADRID

Rajoy y Acebes conocían desde mediados de agosto que los planes de Esperanza Aguirre chocaban con los intereses de Ruiz-Gallardón
En Valencia, los partidarios de Camps y los de Zaplana están divididos y mantienen fuertes discrepancias ante el próximo congreso regional
El PP gallego está sumido en una situación de incertumbre tras el enigmático desenlace de la crisis interna abierta hace tres semanas
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Madrid es la referencia de poder político más importante que tiene ahora el PP en toda España. Desde 1995 mantiene prácticamente sin fisuras una hegemonía. La única excepción fue la pérdida de la mayoría absoluta por parte de Esperanza Aguirre en las elecciones autonómicas de mayo de 2003, que se tuvieron que repetir por la irrupción de dos tránsfugas socialistas y recolocaron al PP en el Gobierno regional. Incluso en la victoria socialista de las elecciones generales del 14-M, Madrid resistió la ola que arrasó al PP y le dejó como segunda fuerza política en muchas provincias de España.

El partido goza de una salud electoral inmejorable desde hace una década. Hoy suma 86 alcaldes y 902 concejales en la Comunidad de Madrid (179 municipios), y mantiene el Ejecutivo regional (con el apoyo de 57 diputados autonómicos). Los conflictos internos en el partido desde que manda Pío García-Escudero (1993) son casi inexistentes. Y, sin embargo, el PP afronta su peor crisis de la historia, desatada a raíz del interés de Aguirre por hacerse con el control del partido, anunciado por sus consejeros durante los meses de verano. Ese interés llevó a García-Escudero, presidente regional del PP desde que José María Aznar le eligió para ese puesto hace 11 años, a renunciar a la reelección. Era la consecuencia lógica en la actuación de un dirigente político que siempre ha rehuido las peleas y los conflictos.

Los planes de Aguirre chocaron con los intereses de quien ha sido durante los últimos nueve años la principal referencia política regional del PP en Madrid: Alberto Ruiz-Gallardón. El alcalde ha puesto a su principal colaborador, Manuel Cobo, al frente de una de las apuestas más arriesgadas de su vida política dentro de un partido que desde hace muchos años le trata con desconfianza y cierto desprecio. Cobo encabeza una lista de 23 nombres que intentará competir con Aguirre por el control de partido en el congreso regional de noviembre. Las claves de esta batalla son las que siguen:

- La continuidad de Pío. En abril, tras la derrota electoral del 14 de marzo, Rajoy llama a García-Escudero para encargarle la portavocía del Senado, una Cámara donde el PP se ha quedado a las puertas de la mayoría absoluta y donde cada votación se convierte en una posible derrota del PSOE y del Gobierno. García-Escudero es entonces concejal de Urbanismo de Madrid. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, acepta la propuesta de Rajoy, aunque le ocasione un problema en su Gobierno municipal. Lo que le preocupa entonces es la presidencia regional del partido, donde García-Escudero le garantiza un equilibrio de poderes. Rajoy le tranquiliza al asegurarle que nada cambiará en ese sentido. Cuando García-Escudero acepta el ofrecimiento de Rajoy le plantea la misma duda respecto a su futuro en el partido en Madrid. "¿Tendré que dejar la presidencia del partido en Madrid?", le pregunta a Rajoy. "Ni hablar", contesta el entonces secretario general del partido.

Aquella conversación no valió de nada. Sólo unos meses después, Esperanza Aguirre decide agarrarse a la costumbre del partido -todos los presidentes autonómicos, excepto Ruiz-Gallardón durante sus ocho años de mandato, han sido presidentes del partido en sus comunidades- para reivindicar el cargo. Hace llegar esta idea a través de sus consejeros. García-Escudero evita el encontronazo y comunica a Rajoy que renunciará a la reelección. Del "ni hablar" de abril, Rajoy pasa al silencio del verano.

- La postura de la dirección nacional. Mariano Rajoy y Ángel Acebes conocen desde mediados de agosto que los planes de Esperanza Aguirre para hacerse con las riendas del partido en Madrid chocan con los intereses de Ruiz-Gallardón. Pero dejan que el conflicto, todavía soterrado en agosto, siga echando raíces. Confían en que Ruiz-Gallardón, conocedor de su escaso peso en el partido, tanto a escala nacional como regional, donde nunca se preocupó demasiado de cultivar los apoyos en las agrupaciones, no desencadene una batalla que sólo le conduciría al suicidio. Cuentan además con dos elementos de peso para pensar que Ruiz-Gallardón no se rebelará contra Aguirre: Rajoy le ha encargado el discurso político de apertura del Congreso, y le invitará a los maitines, esas reuniones donde un grupo muy reducido de dirigentes del PP habla sobre las estrategias del partido cada semana.

Pero Ruiz-Gallardón había avisado de que no admitiría que Aguirre asumiera todo el poder del PP en Madrid y sólo unas horas después de saber que Rajoy le ha incluido en el grupo que decidirá las estrategias del partido decide, en la madrugada del 6 de octubre, echarle un pulso a Aguirre. La dirección nacional, cuya principal voz pública es Ángel Acebes, secretario general, entra en escena para, sin citar el nombre de Ruiz-Gallardón, ponerse del lado de Esperanza Aguirre. La batalla está servida.

- Los poderes de cada uno. El poder que atesoraban hasta ahora Aguirre y Ruiz-Gallardón en el PP de Madrid era escasísimo. En el caso de la presidenta regional, dos agrupaciones de la capital, Salamanca y Villaverde. En el caso del alcalde, otro par de agrupaciones de colaboradores directos. En el congreso regional, el control de las agrupaciones es crucial. Esperanza Aguirre ha ganado mucho terreno en los meses que lleva al frente del Gobierno regional. Su relación con alcaldes y presidentes de agrupaciones de distrito de la capital ha sido constante y, ahora, cualquier quiniela la sitúa como favorita indiscutible. Por si fuera poco, la dirección nacional del PP, sin haber hecho un pronunciamiento oficial a favor de una candidatura, ha trasladado a los medios de comunicación suficientes mensajes como para entender que prefieren una victoria de Aguirre y trabajarán para conseguirla.

INCERTIDUMBRE EN GALICIA

En Galicia, la primera comunidad autónoma donde gobernaron los populares, la tierra de origen de Mariano Rajoy, del presidente fundador del partido y del 12% de los compromisarios en el reciente congreso nacional, el PP está sumido en una situación de incertidumbre tras el enigmático desenlace de la crisis interna abierta hace tres semanas, informa Xosé Hermida.

Nadie ha logrado ofrecer una explicación de los términos del acuerdo alcanzado entre el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, y el líder del PP de Ourense, José Luis Baltar, para que éste renunciase a sus propósitos de encabezar una escisión y pusiera fin a un conflicto en el que han aflorado hasta acusaciones de corrupción. Cuando faltan dos semanas para la celebración del congreso regional, Fraga ni siquiera ha podido confirmar si continuará en el cargo el secretario general del PP gallego, Xesús Palmou, una de las piezas a abatir por los disidentes, enfrentados a Rajoy y a la dirección nacional.

La crisis también ha puesto en el primer plano otro elemento imprevisible, el agotamiento físico del fundador del PP, plasmado en su desmayo en la tribuna del Parlamento autónomo. Aunque nadie quiere abrir un debate público, no son pocos los dirigentes del partido que en privado confiesan sus dudas sobre la conveniencia de que Fraga encabece de nuevo, a los 82 años, las listas del PP en las elecciones autonómicas de 2005. Pero el presidente fundador se resiste a abandonar por voluntad propia -"el que tiene que planteárselo es el partido", ha dicho-, y su relevo entrañaría el peligro de recrudecer los enfrentamientos internos, cuyo origen último reside en la larga batalla para ganar posiciones ante el momento de la sucesión de Fraga.

FUERTE DIVISIÓN EN VALENCIA

Ayer fue el día de la Comunidad Valenciana, y la fiesta la celebró el PP, el partido en el Gobierno autónomo, en un clima de división y fuertes discrepancias internas entre los partidarios del presidente de la Generalitat y presidente de los populares valencianos, Francisco Camps, y del portavoz en el Congreso, Eduardo Zaplana, informa Joaquín Ferrandis. El acto institucional evidenció la brecha entre los dos dirigentes, que evitaron hasta saludarse, en una jornada que se inició con reproches del presidente de las Cortes Valencianas, el zaplanista Julio de España, hacia Camps a cuenta del último episodio de crisis.

El pasado martes, sólo un día después de la clausura del congreso nacional del PP, los alcaldes de Alicante, Torrevieja y Crevillent y el subdelegado del Gobierno valenciano en Elche presentaron un manifiesto de apoyo a Camps como presidente provincial, durante cuya presentación los representantes municipales reconocieron que habían montado oficinas al margen de las del partido para preparar la elección de compromisarios al congreso regional, ya que no se fiaban de la dirección provincial, que preside Julio de España.

Las duras críticas vertidas contra los zaplanistas y la alarma generada por la existencia de una estructura paralela a la del PP en la provincia de Alicante obligó a intervenir al propio Camps, que pidió el cierre de las oficinas paralelas y respeto a la dirección existente, a la vez que reclamaba a Julio de España que aplazase la reunión del comité ejecutivo provincial, en la que estaba previsto abrir expedientes disciplinarios.

Ayer, Julio de España insistió en que "aunque no quiere hacer sangre con nadie" no se siente respaldado por Francisco Camps tras los "insultos" recibidos.

El diputado por Alicante y responsable del Comité de Derechos y Garantías del PP nacional, Federico Trillo, manifestó que ambos sectores deben superar sus diferencias "por medio del diálogo y la integración antes que planteándolas a los comités regional o nacional". Trillo quiso quitar hierro al asunto e insistió en que "se está haciendo un esfuerzo importante por ambas partes para buscar una sola lista y el acuerdo que garantice la unidad del partido" en el congreso regional previsto para mediados de noviembre.

Mariano Rajoy y Alberto Ruiz-Gallardón flanquean a Esperanza Aguirre la noche de su victoria electoral en Madrid.
Mariano Rajoy y Alberto Ruiz-Gallardón flanquean a Esperanza Aguirre la noche de su victoria electoral en Madrid.ULY MARTÍN

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