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Los retos ante el futuro inmediato

Hay coincidencia entre los expertos: el sector español de la automoción necesita redefinir las actividades para que el valor del producto y la mejora del proceso productivo -alto valor añadido en tecnología y diseño- permita competir en el ámbito de los países desarrollados.

Para ello, deberá superar importantes déficit que vienen siendo crónicos en esta industria: se invierte el 1,5% de la facturación en I+D, frente al 3% de la Unión Europea; sólo un 10% de los trabajadores tienen formación universitaria; la fuerte dependencia de la evolución económica de otros países, ya que se exporta el 82% de la producción, junto a un excesivo nivel de importaciones en el mercado interior (70%); una excesiva improvisación en la gestión de la organización de trabajo, que se traduce en una falta de estrategia ante los efectos del aumento de la competitividad; un escaso nivel de internacionalización de las empresas de componentes (sólo cinco compañías dedican esfuerzos en este sentido, así como a desarrollos en investigación).

En definitiva, la única forma de conseguir que los efectos de la deslocalización no sean traumáticos en España es a través de pactos que se enfrenten a las urgencias industriales: tecnologías, procesos de fabricación y logística, formación y cualificación. Lo que los economistas resumen en más capital tecnológico y humano.

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