_
_
_
_
_
CORAZONES DE VERANO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Antes de lo de Atenas

FALTA MENOS de una semana para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Atenas. Pasaremos por alto que el tal día 13 es viernes, y que el viernes 13 es -en el mundo anglosajón y, por tanto, cada vez más en el mundo a secas- el día de la mala suerte: el equivalente al martes y 13 de nuestras latitudes. Lo pasaremos por alto a pesar de que ello permitiría un despliegue de disquisiciones sobre el coraje de negarse a ceder a la superstición en un planeta donde a menudo, por pura superstición, no existen pisos 13 en muchos rascacielos. Lo dejaremos porque aquí de lo que vamos a hablar es de póquer.

Me escribe un señor para notificarme que un grupo de atenienses está haciendo campaña para que el póquer sea considerado deporte olímpico. Tienen una página web en la que los simpatizantes podemos dar apoyo con nuestra firma. La dirección es www.pokerinathens.com. Estas personas admirables saben que conseguir que el póquer sea olímpico no es fácil. Para ello, según la normativa, tiene que haber algún deporte olímpico que deje de serlo. (Todos no caben). Ellos proponen eliminar uno de estos cuatro: el curling, la natación sincronizada, la gimnasia rítmica o el pimpón. En mi caso, la decisión es dolorosa. El curling me encanta. Me gusta que exista un deporte en el que los participantes tengan que barrer. El pimpón también me enloquece. Y con el esfuerzo que cuesta nadar de manera sincronizada o hacer gimnasia de manera rítmica no sé qué descartar. Así que a continuación les ofrezco las ventajas de conseguir que el póquer sea olímpico y dejo la decisión eliminatoria en sus manos. Todavía estamos a tiempo.

1. Antes de la competición, los practicantes del póquer olímpico se someterían a las pruebas antidopaje habituales. Pero durante el torneo, en cambio, podrían beber y fumar, ya que esto es parte del póquer, igual que llevar ropa interior atractiva es parte del patinaje artístico.

2. El sorteo para determinar qué países se enfrentan no sería a través de un bombo, sino a la carta más alta.

3. Las competiciones serían siempre en horario nocturno y en el bar del estadio.

4. Durante la competición habría chicas alrededor de la mesa vestidas en traje de noche cuya misión sería besar a los que tuviesen buena racha y decir frases ingeniosas y punzantes. Los diálogos se retransmitirían y serían puntuados por los jueces. Ejemplo: campeón del mundo de póquer: "Nena, tráeme un güisqui".

La chica (ésa soy yo): "Sólo sirvo güisqui a un hombre si me voy a acostar con él".

Campeón del mundo: "Te vas a acostar conmigo. Dime cuál es tu postura sexual preferida".

La chica: "Yo debajo y los dos hombres encima.

5. Los jueces tendrían en cuenta penalizaciones especiales para los tramposos. El COI habría mandado traer plumas (de ave no protegida) y alquitrán (de las reservas petrolíferas de Irak, en las que todavía tenemos mano).

6. El póquer permitiría que los demás deportes tuviesen argumento. Ver un combate de boxeo es muy divertido, pero ver un combate de boxeo entre dos jugadores de póquer porque uno de ellos acusa al otro de guardar un as en la manga lo convierte en inolvidable.

7. Eso me recuerda que el chándal sería de manga corta.

8. La federación debería contemplar un presupuesto para las apuestas. En principio, los jugadores apostarían dinero de las arcas del Estado de su país. Luego, si el presupuesto se agotase, se apostarían monumentos u obras de arte. En el caso de un España-Francia, por ejemplo, España apostaría el yate Fortuna y el palacio de la Moncloa, los cuadros de la Fundación Thyssen o la colección completa de esculturas de Botero. Francia apostaría el charme, el savoir faire y la escultura de Marianne. Pero durante una mala racha, incluso podría perder la torre Eiffel desmontada, que colocaríamos en el recinto del Fórum junto a los guerreros de Xian.

8 bis. Los países pobres podrían jugarse su deuda externa. Los no independientes, la soberanía. Los expansionistas podrían jugarse parte del territorio. En un Estados Unidos-Cuba, por ejemplo, Estados Unidos podría apostar Miami.

9. En la ceremonia de entrega de medallas, lo más importante no serían los ganadores, sino los perdedores. Éstos subirían al podio despojados de su chándal olímpico. En lugar de él, cubrirían su desnudez gracias a unos barriles de ron con tirantes, diseño exclusivo de Javier Mariscal (edición limitada y no a la venta).

Espero haberles convencido. El póquer es tan noble como el ajedrez, aunque menos impasible. Además, a diferencia del lanzamiento de jabalina o el tiro al blanco, no hace falta practicarlo en plena naturaleza. (La naturaleza es ese lugar donde no hay neveras).

La antorcha olímpica de Atenas a su llegada a Barcelona.
La antorcha olímpica de Atenas a su llegada a Barcelona.TEJEDERAS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_