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Ironía sobre las obsesiones de Dalí

Un casteller de diez bibendums o muñecos de Michelín, coronados por el globo Cupito, híbrido entre el famoso mono blanco del zoo de Barcelona y Cupido, domina desde ayer una de las esquinas del patio de Sabatini, en el Museo Reina Sofía.

La escultura ¿Cupito... y por qué no?, de Carlos Pazos (Barcelona, 1949), de diez metros de alto por cinco de diámetro, se asienta sobre una base dorada de dos pisos en la que nadan entre aguas doradas dos cabezas del Tío Gilito, el personaje de Walt Disney, de cuyas bocas emana oro líquido.

La obra conjuga "la distancia, la ironía y el humor con la capacidad de creación de Carlos Pazos. Es iluminadora", según Ana Martínez de Aguilar, directora del Reina Sofía. "Con esta escultura buscábamos algo nuevo, algo enriquecedor y diferenciador dentro de las celebraciones del Año Dalí. Es una reinterpretación de las obsesiones del artista".

La obra "no es un homenaje a Dalí", según Pazos. "No quiero ser su epígono, mi acercamiento ha sido el del mitómano empedernido". ¿Cupito... y por qué no?, definida como "un cachivache monumental" por el escultor, es la obra de "un artista practicante y un catalán no militante". "He utilizado cierta catalanidad que me une con Dalí, y sobre la que los dos hemos ironizado mucho, para realizar esta obra", dijo Pazos.

El muñeco de Michelín "aparece en varias obras de Dalí", según recordó el escultor. "Es la primera vez que trabajo construyendo los objetos específicamente para la escultura, normalmente trabajo con elementos que encuentro y que tienen una carga anímica detrás".

Estaba previsto que la escultura de Pazos se instalara en la ampliación del museo diseñada por el arquitecto Jean Nouvel. Los retrasos en la obra civil, según Martínez Aguilar, han provocado que hoy comparta patio con dos esculturas de Calder y Miró.

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