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Entrevista:RICARDO SANCHIS CARPIO | Luthier

"La música está en crisis por el ordenador"

Miquel Alberola

Pregunta. Sus guitarras son conocidas en todo el mundo. ¿Qué las diferencia del resto?

Respuesta. Somos una empresa de poca guitarra, pero casi todas van fuera. Nos van pidiendo de todas partes del mundo sin saber por qué ni tener representantes ni nada. Nosotros las hacemos de forma tradicional, no en serie, y todas tienen un sello de calidad.

P. ¿Las hace todavía como las hacía su abuelo?

R. Nosotros vamos mejorando porque hoy tenemos muchas maderas que ni las conocíamos, colas y barnices extraordinarios, la cuerdas son superiores...

P. ¿Cuántas guitarras hacen al año?

R. Un año bueno, unas cuatrocientas. Cualquier fábrica las hace en una semana, pero nosotros lo hacemos todo manual.

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P. ¿Cuál es la mejor madera para hacer una guitarra?

R. Una buena guitarra puede ser de muchas maderas, pero tiene que tener una construcción adecuada, y saber primero si va a ser clásica o flamenca, porque no se construyen igual.

P. ¿Cuál es la diferencia?

R. El sonido final. La flamenca tiene más potencia de sonido que la clásica, es quejumbrosa, como si llorara. La clásica es al contrario: nítida y clara.

P. ¿Las maderas son distintas?

R. Se pueden hacer con las mismas, aunque el flamenco tiene maderas adecuadas como el sicomoro, el arce o el ciprés. También se han hecho muchas de castaño y de caoba, pero ahora ya no se trabajan. Ahora entramos en el pauferro, el palosanto de la India y el de Río, que está en extinción y protegido.

P. ¿Las protecciones afectan a la producción?

R. Sí, porque yo tengo maderas protegidas y legalizadas y sólo las puedo utilizar con cuentagotas. Se está poniendo difícil. La caoba tampoco se puede trabajar. Lo que va a ocurrir con el palosanto de Río es que va a poner las guitarras a precios desorbitados.

P. ¿Hay dos guitarras que siendo del mismo modelo suenen igual?

R. Es difícil. Incluso siendo de la misma pieza de madera. No tenemos la certeza, si hacemos cuatro iguales, de cuál será la mejor, aunque si están bien hechas todas serán buenas. Pero nunca suenan igual.

P. ¿Qué buscaban Tomatito y Camarón en sus guitarras?

R. Estuvieron aquí varios días. Ellos valoraban el sonido, la facilidad en la mano izquierda para trabajar rápido y la adaptabilidad en la derecha.

P. ¿Usted la sabe tocar?

R. No, sé hacer acordes. Me gusta el flamenco, pero para tocarlo hay que dedicarle muchas horas y yo no las tengo.

P. ¿Sólo hace guitarras?

R. No, algún guitarrico aragonés, el guitarró valenciano, guitarras electrificadas de flamenco, bandurrias,...

P. ¿El guitarró es una especie en extinción?

R. ¡Ahora está en auge! Tengo cuatro femelles encargadas. El del mango largo es el mascle; el del corto, femella. Tienen sonidos diferentes y van muy bien para las jotas.

P. ¿Nunca lo han tentado para irse de Valencia?

R. Este año sin ir más lejos. Unos empresarios de Singapur me ofrecieron montar una fábrica allí: un contrato de 12 años que después se modificaría con cláusulas muy favorables para mí. Nos causó risa.

P. ¿La música va a más?

R. La música está en crisis. El ordenador e Internet tienen la culpa. Los jóvenes los prefieren a estudiar solfeo. Después, la música que se hace hoy es de bombo y platillo: pim-pam, pim-pam. Los coches saltan como ranas. Esperemos que eso pase. Además, las discográficas no ganan dinero porque cuando sacan algo, se lo copian enseguida.

EN DOS TRAZOS

No había posibilidad de que Ricardo Sanchis Carpio (Massanassa, 1937) hiciera otra cosa que no fueran guitarras. Su abuelo y su padre las hicieron, y él, con la ayuda de su familia y unos pocos trabajadores, continúa haciéndolas en un pequeño taller de la Ciudad Fallera de Valencia de acuerdo con la tradición de sus mayores y con una exigencia de calidad obsesiva. Como consecuencia, sus guitarras tienen un sólido prestigio en el mundo y a la potencia de sus sonidos están asociados, entre otros, los desgarros de Camarón de la Isla y Tomatito, que siempre prefirieron sus guitarras a cualquier otra.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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