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Crítica:EL PAÍS AVENTURAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Un yanqui en la corte del rey Arturo'

EL PAÍS ofrece mañana, lunes, por un euro, la sátira del pasado y del presente de su autor, el popular Mark Twain

"Es también un diario, un libro de viajes a través de la historia, un libro de aventuras"
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Morgan le dice a Arturo: "Tenéis que imitar las señales características de la pobreza, la miseria, la opresión, el insulto y otras muchas humillaciones que socavan la dignidad del hombre". Twain no habla en pasado, sino desde su presente. El contraste entre los valores democráticos y progresistas frente a los de la aristocracia, la monarquía y el feudalismo son evidentes. Morgan opone la ciencia a la magia de Merlín; la igualdad a la aristocracia; la democracia a la monarquía absolutista y el protestantismo al catolicismo. Un yanqui... (1889) es una sátira del pasado y del presente contemporáneo de su autor. Celebra la democracia estadounidense como el único paraíso en la tierra. Defiende el progreso tecnológico e industrial. Manifiesta su antiimperialismo, pero no deja de mostrar su desilusión ante el capitalismo furibundo, y el mal uso que puede hacer el hombre de los nuevos poderes que se le ofrecen. Morgan había transmigrado al pasado, a una tierra donde no había ni jabón, ni teléfono, ni telégrafo, ni fonógrafo, ni electricidad, ni tabaco; donde no había ni se leían libros, ni había plumas para escribir, ni papel... En pocos años ha conseguido todo eso, y además que se editen periódicos. Crea colegios, industrias, instaura los impuestos, hace desaparecer la esclavitud, "cambió las justas por el béisbol", pero la esencia del hombre es lo que no ha logrado modificar. Morgan ansía la muerte del rey para proclamar la República. Cuando ésta se produce inesperadamente debido a los enfrentamientos entre los caballeros por los amores entre Ginebra y Lanzarote, el yanqui utiliza todos sus saberes para destruir el viejo mundo e imponer su propia dictadura. El nuevo gobernante asume su mesianismo con estas palabras: "El poder ilimitado es ideal cuando se halla en manos seguras". Twain acaba por desconfiar de la naturaleza humana. Y así, esta obra es, en definitiva, la representación del fracaso de la utopía moderna.

Aunque la carga moral es insoslayable, Un yanqui... tiene otras muchas y variadas lecturas. Twain, tomando el modelo de las novelas de caballerías, compone una "novela del oeste" para, como hiciera Cervantes, acabar con este género de obras y autores menores. Por eso se habla de indios, vaqueros y pistolas, y además se hacen comentarios tan impertinentes como, por ejemplo, que Ginebra miraba a Lanzarote con unas miradas furtivas, por las que "lo hubieran matado de un tiro en Arkansas". Un yanqui... es también un diario, un libro de viajes a través de la historia, un libro de aventuras. Pero, igualmente, se inscribe en aquellos relatos que tienen como asunto el tema del viaje en el tiempo, y de los que H. G. Wells fue un maestro. El éxito acompañó siempre a Twain y en especial con esta novela. La misma fortuna tuvo al ser adaptada al cine. He contabilizado hasta seis versiones. La primera, del año 1931, y la última, del 2001. La más famosa sigue siendo el musical dirigido por Tay Garnett en 1949, interpretado por Bing Crosby y Rhonda Fleming.

El yanqui comenta que, en la corte de Arturo, a los malos escritores los mandaban a la horca. Twain ha resistido al tiempo e, incluso hoy, en su país, se hubiera librado de la silla eléctrica.

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