"No empujemos al PNV al barranco del extremismo patriótico"
Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948) es por segunda vez cabeza de lista del PSE-EE por Álava y ha sido el diputado alavés que más iniciativas sobre su circunscripción (92) ha presentado en el Congreso durante la legislatura pasada.
Pregunta. ¿Qué le pasa a Álava para que los tres cabezas de lista con posibilidades de salir sean de fuera o vivan fuera?
Respuesta. Yo soy vitoriano desde hace 20 años, aquí vivo y aquí espero seguir viviendo. No considero que vivo en Madrid, porque allí lo que tengo es un piso donde paso cuatro días a la semana, pero mi vida la hago en Vitoria.
P. ¿Cuál es la clave y la dificultad mayor para ustedes en estas elecciones?
R. Hay que convencer a quienes quieren cambio de Gobierno en España de que la opción somos nosotros. Siete de cada diez alaveses quieren ese cambio y la clave es ser la opción útil y fiable para los más posibles de ellos. Para eso tiene que emerger el proyecto de Zapatero para la política vasca como un horizonte de desbloqueo, de fin de la ruptura y de esperanza.
P. Su principal enemigo parece la desmovilización del voto de centroizquierda.
R. El PP está haciendo una campaña deliberadamente plana, para que ese voto no se mueva y nosotros necesitamos una campaña más viva. Pero va bien, lo que se mueve es en nuestro favor, reducimos distancia y se despierta una expectativa de viabilidad. Si se moviliza el voto, puede haber sorpresa. Un debate sería formidable, pero me temo que no lo va a haber.
P. ¿No es un difícil momento para sus esfuerzos por aparecer como una fuerza centrada en medio del enfrentamiento PP-PNV?
R. Yo llevo años empeñado en eso. La estrategia del PP contra el nacionalismo y el plan Ibarretxe no es eficaz, ni compartimos su regresión autonómica. Yo no soy partidario de empujar al PNV al barranco el extremismo patriótico, ni de combatir el suyo con el patrioterismo español como hace el PP. Lo eficaz es lo nuestro, combatirlo con un proyecto en positivo El rol del socialismo vasco, capital entre 1978 y 1998, tiene que ser impulsar una etapa nueva en el País Vasco y el PNV, en esa tesitura, tendrá que decidir si va contra ella.
P. El PP les acusa de haberse ablandado y de ser un obstáculo para la alternancia al nacionalismo.
R. Estamos en una posición central y sin descartar ninguna alianza futura. Si en 2005 las urnas produjeran un resultado en términos de mayoría de PSE y PP, yo interpretaría eso como un mandato. No descarto ese entendimiento, pero tampoco me niego a otros horizontes, por ejemplo, con un PNV que rectifique. Eso sí, que el PNV pierda toda esperanza de que el PSE pueda ser socio de la unidad nacionalista frente al PP. No lo seremos jamás.
P. ¿Usted preferiría la vuelta a la colaboración con el PNV si ese partido rectifica o apostaría por sustituirlo, como en Cataluña?
R. Estoy abierto a las dos posibilidades y lo que quiero es dejar la pelota en el tejado del PNV. Si el PSOE gobierna, habrá una oferta para un tiempo nuevo en clave territorial, que perfeccione el Título VIII de la Constitución y eso obligará al PNV a la decisión política de hacer el avance del autogobierno con los constitucionalistas o si opta por el torpedo al Título I que es el plan Ibarretxe.
P. ¿Tienen ustedes un pacto con el PP para después de las elecciones en Álava, con la presidencia de la Caja Vital para el socialista Gregorio Rojo como parte del intercambio?
R. No, eso es falso. Me equivocaré mucho si fallo en el pronóstico, pero no veo ese acuerdo con el PP, salvo que se dé en los términos que propuso en junio del año pasado el PSE, cediendo la cabeza de la Diputación o el Ayuntamiento de Vitoria. Ellos no aceptaron y eligieron juego. No hay pacto.
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