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LA CRÓNICA | ELECCIONES 2004 | FALTAN 11 DÍAS
Columna
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El nuevo lenguaje de Josu Jon Imaz

Soledad Gallego-Díaz

Éstas son las primeras elecciones en las que la campaña del PNV no corre a cargo de Xabier Arzalluz. Ahora es Josu Jon Imaz, el nuevo presidente del partido, quien recorre Euskadi intentado movilizar a los suyos con la difícil idea de que a los nacionalistas no les importa quién gobierne en Madrid, PP o PSOE, pero que necesitan un grupo fuerte para "hacerse oír" en el Congreso. La primera sorpresa es que Imaz no habla nunca del plan Ibarretxe sino de "la propuesta del lehendakari". Ayer, en la plaza del Kasko de Sestao, margen izquierda, el joven presidente del PNV se esforzaba por desarrollar su nuevo lenguaje, más próximo al mensaje catalán que al vocabulario tronante de su antecesor.

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El frío está haciendo cambiar la campaña electoral en casi todo el norte de España, recluyendo los mítines en polideportivos o mercados. Imaz mantiene, sin embargo, sus pequeños encuentros al aire libre, casi íntimos, en las plazas de muchos pueblos de Euskadi. Llega sin abrigo y se mueve nervioso entre las cuarenta o cincuenta personas que le aguardan ateridas, dando abrazos y saludos.

La campaña está recayendo casi exclusivamente sobre sus hombros (celebra dos actos por día) porque el lehendakari no suele emplearse a fondo en estas elecciones. Por lo menos, no hasta el final. Ibarretxe intentó colocar su "plan" en la agenda electoral, para galvanizar a sus votantes, pero IU y Eusko Alkartasuna se lo impidieron porque tienen que defender a su propio electorado frente al PNV y no pueden hacer regalos.

EA, sobre todo, ya tiene bastantes problemas. Las encuestas dicen que puede perder su único escaño en el Congreso a manos de Aralar, que compite por primera vez y que con su propaganda minimalista, de una extraña luminosidad gris, presente en casi todos los pueblos, puede sacar mejor provecho de los disputados restos electorales.

En Sestao, antiguo feudo socialista, Imaz predica un mensaje que se parece bastante al que lanzó el tripartito catalán. No habla de soberanía sino de "más autogobierno" y no reclama respeto a la "personalidad de los vascos" (como hizo hace poco Ibarretxe) sino algo más simple: poder para "hacer cosas", cosas que mejoren la vida de los ciudadanos.

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En la plaza del Kasko habló de autogobierno para defender la Naval y para evitar que las infraestructuras ferroviarias obliguen a pasar por Madrid para ir de Bilbao a Barcelona o para viajar de Bilbao a Logroño. Y no porque suponga un problema de "identidad" sino porque retrasa el crecimiento económico e impide crear empleo. Sólo al final recordó el mensaje más clásico del PNV de que son exclusivamente los vascos (y las vascas) los que tienen algo que decir sobre su propio futuro.

Oyendo a Imaz nadie diría que el nacionalismo vasco mantiene un serio enfrentamiento con el Gobierno central y con el PSOE ni que tenga un "plan" muy problemático ni que exista ETA. Se trata aparentemente de conseguir un grupo parlamentario para hacerse oír en el Congreso de los Diputados en defensa de la industria, las comunicaciones o los astilleros.

El presidente del PNV fue el primero en atacar con extrema dureza el atentado fallido de la semana pasada, pero, como siempre que hay elecciones, el PNV ha borrado de su campaña electoral cualquier alusión a la violencia. Ya han terminado los anuncios publicitarios de apoyo a los amenazados y han desaparecido de las marquesinas de las paradas de autobús los carteles alusivos. Lo único que no ha desaparecido todavía en Bilbao son los extraños grupos de hombres que se ven en las calles céntricas, a la puerta de los restaurantes o en la sede de los partidos. Son los guardaespaldas de los amenazados.

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