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NIEVE, FRÍO Y VIENTO EN MEDIA ESPAÑA

Miles de personas, atrapadas en la autopista

Centenares de viajeros pasaron la noche en la carretera Burgos-Armiñón, que luego les cobró el peaje

Miles de personas pasaron la noche y la madrugada del viernes al sábado atrapadas en la autopista AP-1, que une Burgos con Armiñón. Unas 5.000, según la Junta de Castilla y León, consiguieron refugiarse en polideportivos, albergues, escuelas y demás alojamientos provisionales en los pueblos de Pancorbo, Briviesca y Miranda de Ebro. Pero varios centenares de viajeros permanecieron en sus vehículos sin atención alguna toda la noche. Pese a que la empresa que gestiona la autopista no advirtió de su corte a los conductores, aunque sí les cobró el peaje, las cifras sobre las personas que pasaron la noche en sus coches no fue precisada por la Junta porque "no se podía sobrevolar la zona de noche". Un helicóptero informó por la mañana de que había unos 250 coches y 25 autobuses.

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La curiosidad de unos, la ligera preocupación e incluso la alegría de quienes creían que estaban viviendo una corta aventura fue dando paso a la indignación y al miedo cuando las horas fueron pasando y la nieve seguía cayendo en la Autopista de Peaje I (AP-I), que va de Burgos a Armiñón, y las personas atrapadas en el atasco se contaban por miles. Nadie les había advertido del corte en la autopista y nadie había impedido que camiones de gran tonelaje circularan por esa vía. Fue precisamente el cruce de algunos de esos camiones el que provocó los primeros problemas.

"Estamos oyendo por la radio que no pueden circular camiones y desde donde yo estoy veo cinco, uno de ellos completamente cruzado", decía indignado el conductor de uno de los turismos que se vio envuelto en la ratonera en que se convirtió la autopista. Eran alrededor de las ocho de la tarde del viernes, el termómetro por debajo de los cero grados y la nieve seguía cayendo. Lo peor estaba por venir.

Desde las 17.45 estaba constituido en Burgos el comité de emergencias. Su presidente, el delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Burgos, Jaime Mateu, atribuyó el atasco al "comportamiento incívico" de algunos conductores. "Algunos camiones han desoído la orden de no circular y parte de ellos han terminado cruzándose, provocando una situación muy complicada, sobre todo en la autopista", dijo. Minutos después se sucedían hasta cinco colisiones en cadena en las que se veían envueltas decenas de vehículos. La N-I quedaba cortada en Pancorbo.

En ese mismo punto, pero en la autopista de peajes la circulación continuaba. Pero varios camiones patinaron y se cruzaron en la carretera y comenzó a formarse otro atasco que llegó a ser en algunos momentos de más de 50 kilómetros. A las 22.00 nadie estaba ya tranquilo. Aún los que habían sido más previsores o habían tenido más suerte y llevaban lleno el depósito de combustible comenzaban a tener problemas para mantener el motor encendido y temían quedarse sin calefacción. El termómetro marcaba cuatro grados bajo cero.

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Unas 5.000 personas, las más afortunadas, pudieron llegar o fueron evacuadas hasta alojamientos provisionales en polideportivos, residencias y escuelas de Pancorbo, Briviesca y Miranda de Ebro.

En el atasco, a media noche, la queja fundamental era la falta de información. Los atrapados no entendían por qué había tantos camiones cruzados y por qué nadie les advirtió del corte de la autopista. "Hace dos horas he visto pasar un motorista de la Guardia Civil al que he pedido ayuda urgente, porque viajo con una niña de cuatro meses. Me ha dicho que no me preocupara, que enseguida vendría alguien a auxiliarnos. Todavía estoy esperando", decía uno de los conductores atrapados.

A las dos de la madrugada se agolpaban 700 personas en el área de servicio de Ameyugo, a pocos kilómetros de Miranda de Ebro. Algunos habían dejado el coche tras sufrir una avería, un accidente o, simplemente, agotar el depósito de gasolina. Cuatro voluntarios de Cruz Roja y cuatro del servicio de emergencias 112 intentaban repartir bebidas calientes, algunos alimentos y mantas a quienes llegaban en peor situación, a la espera de canalizarles hacia algún refugio.

La peor parte se la llevaron los que se encontraban en la zona central del atasco. Las máquinas quitanieves comenzaron a trabajar por ambos extremos. Sin embargo, el nerviosismo de los conductores y la falta de un control suficiente les habían llevado a ocupar los arcenes, lo que hacía imposible el acceso de los vehículos de emergencia. Sólo la suerte evitó que se produjeran desgracias personales graves. En varios momentos se veían turismos circular en sentido contrario, en un intento de abandonar la autopista por alguna salida ya rebasada.

Todavía a las once de la mañana de ayer en la zona de Pancorbo había más de 250 vehículos. Varios viajeros decidieron bajar del autobús en sentido Madrid, recoger su equipaje y saltar la mediana para hacer auto-stop. Hasta 19 horas después del inicio del atasco la N-1 volvía a cortarse en Pancorbo, pero se abría al tráfico la AP-1. La práctica totalidad de quienes habían pasado la noche en los albergues territoriales o en la carretera seguían viaje. Para evitar el colapso en la zona norte, anoche se mantenían retenidos en la autovía N-1, en Bodeguillas (Segovia), 134 camiones en sentido Burgos, informa Aurelio Martín.

Camiones atrapados por la nieve en la autopista de peaje AP-1, salida Miranda de Ebro y en  el carril Vitoria a Burgos.
Camiones atrapados por la nieve en la autopista de peaje AP-1, salida Miranda de Ebro y en el carril Vitoria a Burgos.MABEL GARCÍA

Ida y vuelta a Bilbao

La autopista del sur, de Julio Cortazar, ha sido representada en varias ocasiones, pero ayer tuvo una puesta en escena de lo más real en la autopista AP-1 que une Burgos con Armiñón. La nieve y la falta de atenciones,de empresas de transporte y de autoridades, dejaron a miles de personas atrapadas en lo que el autor argentino definió como "la sensación contradictoria del encierro en plena selva de máquinas pensadas para correr".

Marcos Paradinas cogió un autobús de la Continental Auto en Bilbao a las 18.00 del viernes para llegar a casa de su tía en Madrid sobre las 22.30.

Hacia las 20.30, Marcos llamó a su tía para decirle que estaban parados a unos kilómetros de Pancorbo, un pueblo de Burgos anunciado como Puerta de Castilla, en la frontera del País Vasco y Castilla y León.

Lo que no le pudo decir fue que estaría allí hasta el mediodía del día siguiente. Sin comer, sin beber y sin nadie que acudiera a socorrerles.

"Yo fui de los últimos en dormirme, hacia las tres de la madrugada. En los escasos tres kilómetros que recorrimos el conductor tuvo que ir esquivando vehículos", recuerda. "Por la noche, varias chicas de otros coches subieron al autobús para ir al baño. Era hasta cómico".

El autobús de Marcos iba casi lleno y había salido después de otros dos y antes de otros cuantos, que también estaban atascados. La mayoría eran gente de mediana edad, aunque había un anciano y un niño.

Tras llegar a Miranda de Ebro, desayunar y hacer acopio de provisiones hacia las 11.00 del sábado, llegaron informaciones contradictorias e intentaron volver a la AP-1. Fue inútil. Ni para adelante ni para atrás. A las 14.00, Marcos y otros dos viajeros bajaron del autobús y regresaron a Bilbao "a dedo" en el coche de otra de las atrapadas, que había pasado la noche envuelta en periódicos.

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