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Reportaje:ELECCIONES EN IRÁN

Irán quiere importar el modelo chino de desarrollo sin libertad

Los conservadores islámicos esperan lograr hoy la mayoría absoluta para hacer frente a las demandas económicas más urgentes

El reformismo político ha muerto en Irán. Las elecciones del viernes no harán sino certificar su defunción. El régimen de los ayatolás, que no ha dudado en echar de las listas electorales a los reformistas más díscolos, pretende, una vez que vuelva a controlar el Parlamento con puño de hierro, abrir las anquilosadas puertas de la economía, flexibilizar y privatizar para contentar a una población agotada por 25 años de revolución islámica. La desastrosa situación económica de la mayoría de los 68 millones de iraníes, cuya capacidad adquisitiva está a niveles parecidos a los de los últimos años de la década de los setenta, lo que facilitó la caída del sha, ha llevado a los ayatolás a fijarse en el modelo chino para avanzar en la modernización económica del país al tiempo que refuerzan el control político.

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"El régimen ha segado la hierba bajo los pies del Parlamento y el Gobierno reformistas. Durante cuatro años nos ha bloqueado para mostrar a la población que no éramos capaces de hacer nada más que enzarzarnos en disputas políticas. Los conservadores, mientras tanto, se preparaban para el asalto que, después de las elecciones legislativas, proseguirá con las presidenciales, a cambio de la apertura económica del país", aseguró Mohsen Armin, presidente de la Comisión parlamentaria de Política Exterior y uno de los 80 diputados descalificados por el ultraortodoxo Consejo de Guardianes para presentarse a la reelección.

Según los analistas locales, será la abstención la que propicie que los conservadores se hagan hoy con la mayoría absoluta de los 290 escaños del Parlamento. A partir de ahí, la maquinaria del régimen se pondrá en marcha para hacer frente a las demandas económicas más urgentes de la sociedad.

Pese a que los ayatolás han logrado una distribución más igualitaria de la riqueza que la existente en los tiempos del sha, el periódico reformista en lengua inglesa Iran Daily indicaba la semana pasada que el 16% de la población sigue bajo el índice de pobreza. El Banco Mundial, por su parte, señala en un informe que en 1998 la capacidad adquisitiva de la población era un 16% inferior a la de 20 años antes. Esto supone que, tras el crecimiento económico experimentado en estos años, especialmente en los tres últimos, con un aumento continuado de entre el 5% y el 7%, la capacidad adquisitiva actual es similar a la de 1978 y la renta per cápita apenas alcanza los 2.000 dólares anuales.

El régimen sostiene en su defensa que ha tenido que hacer frente a más de ocho años de guerra, al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos y a una explosión demográfica. Desde el inicio de la guerra contra Irak, en 1980, hasta 2001, la población creció a un ritmo del 3,7% anual, y aunque el nuevo siglo trajo un frenazo, aún aumenta un 2,6% todos los años. De ahí que Irán necesite urgentemente crear empleo, ya que cada año entran al mercado de trabajo 765.000 jóvenes, la inmensa mayoría de los cuales se suma a las listas del desempleo, con lo que se incrementa el descontento y la inestabilidad de la sociedad.

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Con el precio del petróleo en alza, Irán, que ingresa por la venta de crudo y gas 20.000 millones de dólares anuales, ha comenzado un agresivo plan de inversiones en infraestructuras, pero la economía es muy volátil por su excesiva dependencia de esas exportaciones. "Nosotros estamos convencidos de que la economía estatal no funciona, defendemos la privatización y estamos dispuestos a hacer las reformas necesarias para incluir a Irán en las organizaciones económicas internacionales", señala el candidato conservador Alí Abaspur, que está convencido de que el viernes recuperará el escaño que perdió en las elecciones de 2000, cuando los reformistas arrasaron.

En realidad, lo que los ayatolás parecen admirar más de China es que el régimen haya sido capaz de propiciar desde dentro la modernización de la economía del país sin poner en riesgo al partido único gobernante.

Un iraní muestra el retrato del líder de la revolución, Alí Jamenei.
Un iraní muestra el retrato del líder de la revolución, Alí Jamenei.REUTERS

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