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Entrevista:William Boyd | Escritor

"La ficción puede ser más verdad que la realidad"

Nacido en Accra (Ghana) en 1952, criado en Nigeria, educado en Glasgow, Niza y Oxford, habitual de Nueva York y las Bahamas y residente en Londres, el escritor británico William Boyd parece un hombre feliz en su acogedora casa de Chelsea mientras cavila sobre la importancia de la buena suerte y habla de su última novela y de su pasión por mezclar realidad y ficción. "Los hechos pueden mentir y la imaginación te puede llevar a veces más cerca de la verdad que los hechos", advierte este novelista y guionista de cine, de quien se acaba de publicar en España su novela Las aventuras de un hombre cualquiera, un retrato del siglo XX en clave de diario de la mano de Logan Gonzago Mountstuart, un escritor que conocerá los placeres del triunfo y la desazón del eclipse.

"Virginia Woolf era muy desagradable. Era esnob, racista, muy antipática..."
"En la vida literaria británica, la Guerra Civil española fue un icono fantástico"
"Lo puedes intentar de mil maneras, pero al final lo que te pasa depende de la suerte"

Pregunta. ¿Es cierto que la idea de este libro le vino cuando encontró sus diarios de adolescente?

Respuesta. Viene de varias cosas. De un pequeño libro con forma de diario ficticio como éste, de Valéry Larbaud. De mis diarios de juventud, que no había leído en 30 años. Y me quedé de piedra, porque no me reconocía a mí mismo. Yo diría que era un adolescente muy tranquilo y muy relajado. Pero el diario prueba que era melancólico, atormentado, lleno de odio hacia mí mismo. Esa idea de que uno encarna a distintos tipos de personas al mismo tiempo de alguna manera ha inspirado el cuerpo de la novela.

P. ¿Cuánto hay en el libro de su propia vida como escritor?

R. Creo que no mucho. Es muy diferente a mí. Pero su filosofía de la vida encaja muy bien con la mía, que es que todo depende de la suerte. Buena suerte o mala suerte. Lo puedes intentar de mil maneras, pero al final lo que te pasa depende de la suerte.

P. ¿Y el talento?

R. Hay mucha gente con talento que no ha tenido éxito. O su talento no ha sido reconocido. Por supuesto, no siempre estás marcado por la incertidumbre, pero nunca sabes qué te va a pasar en la vida. El futuro está vacío, hueco.

P. Logan es un personaje de ficción atravesando la historia del siglo XX. ¿No es arriesgada esa mezcla de ficción y realidad?

R. No lo creo. Lo que he intentado hacer en tres de mis libros, en Las nuevas confesiones (Alfaguara, 1992), en Nat Tate y en éste, es intentar llevar la ficción a un mundo en el que dominan los hechos. Ficción de una manera en que puede ser más verdad que la realidad. Los hechos pueden mentir. La imaginación te puede llevar a veces más cerca de la verdad que los hechos. Al escribir el retrato de un hombre hay que hacer que parezca real. Es un escritor inglés que triunfa siendo joven. Lo normal es que se encuentre con gente real. La gente se pregunta ¿es eso verdad?, ¿pudo conocer a Picasso?, ¿por qué odiaba a Virginia Woolf?

P. Pero usted se toma la libertad de poner voz a esos personajes reales.

R. Sí, pero no me tomo libertades enormes, porque todo lo que digo controvertido o chocante está documentado. Virginia Woolf era racista. Puedo enseñar las cartas y diarios que lo demuestran. Por supuesto, el duque de Windsor nunca habló con Logan Mountstuart. Pero alguien que le conoció me ha dicho que el retrato del duque y la duquesa se acerca mucho, mucho, a como eran. Eso lo he conseguido con mi imaginación y con la ayuda de algunos documentos, claro. Pero tengo que imaginar cómo debía ser una cena con el duque y la duquesa en la residencia del gobernador en las Bahamas en 1942. No hay documentos que dejen constancia de eso, y a eso es a lo que me refiero cuando digo que la ficción tiene que ser más poderosa que la realidad.

P. Usted da por hecho que el duque lavaba dinero negro.

R. El duque de Windsor era un ser humano horroroso, un hombre terrible. Y usaba su influencia como millonario en las Bahamas para lavar dinero en bancos mexicanos. Toda la historia del asesinato es absolutamente cierta. El duque de Windsor hizo venir detectives a las Bahamas para colocar huellas falsas [y acusar a un hombre inocente]. No me lo he inventado... excepto lo de que jugaba al golf con Logan. Es un hecho que jamás pagaba una cuenta. Cuando juegan a golf, Logan tiene que pagar al cadi. Eso es producto de mi imaginación, pero no está hecho de manera irresponsable.

P. Eso le permite perpetuar mitos...

R. O destruirlos. Por ejemplo, Virginia Woolf. Era una mujer muy desagradable. Era esnob, racista, muy antipática... Pero el mito de Virginia Woolf ha salvado a Virginia. Creo que una de las obligaciones de los novelistas es desmitificar. El objetivo de todo esto es hacer la novela más real.

P. Pero ¿aprueba que se puedan decir mentiras?

R. No me tengo por un mentiroso, pero toda escritura de ficción es en cierto modo una mentira, está todo fabricado. Puedes fabricar hermosas mentiras con el objetivo de exponer verdades sobre la condición humana. Lo que me interesa es que la gente no sepa cuándo es verdad y cuándo es mentira, la frontera entre lo que es la verdad de los hechos y lo que es la ficción. Si puedes arrastrar la ficción hasta el mundo de los hechos, es más poderosa. Como lo probó el anzuelo de Nat Tat

e [la historia apócrifa de un pintor imaginario que algunos críticos neoyorquinos tomaron por un personaje real]. Todo en ese libro es falso, está fabricado, pero conseguí que lo presentara gente real como Gore Vidal o David Bowie diciendo mentiras sobre Tate para hacerlo aún más real.

P. ¿Y eso no es un engaño?

R. Sí, estoy engañando a la gente, pero de la manera que es el arte del novelista: maquillas una historia y, si funciona, la gente cree en ella. No soy un mentiroso compulsivo, pero el novelista ha de seducir al lector, atraerle a su mundo.

P. ¿Cómo ha planificado Las aventuras de un hombre cualquiera?

R. Es un proceso muy largo, como todas mis novelas. Primero tengo una idea: ¿puedo escribir el retrato de un hombre y que funcione como novela? Me empiezo a hacer preguntas y con las respuestas voy teniendo un cuadro más general sobre los personajes y sobre la historia que quiero narrar. Luego empieza una fase de investigación, leo libros, viajo, poco a poco voy construyendo esa masa de información. Decido que Logan nace en Montevideo, que luego va a Oxford, que será escritor, y voy acumulando información. Cuando ya lo tengo todo, empiezo a escribir. Es un proceso muy largo. En este caso, dos años pensando sobre el libro, investigando, tomando notas; y un año y medio escribiendo.

P. Todo el capítulo sobre la Guerra Civil española se ajusta al mito británico.

R. En la vida literaria británica, la Guerra Civil española fue un icono fantástico. Logan era un escritor joven en 1936, ¿dónde puede ir? Tiene que ir a España a intentar encontrarse con Hemingway. Quería que se encontrara con Hemingway, y lo más adecuado era en el Madrid de 1936. Investigué mucho. Está bastante basado en Orwell, pero hay también mucho de Hemingway, mucho de Martha Gellhorn, que estuvo en Madrid al mismo tiempo, y mucha historia.

P. ¿Y cómo se le ocurrió la historia de los cuadros de Miró?

R. Sabía que Hemingway tenía un miró y que le conocía. Y con esa idea mía de la buena suerte y la mala suerte de repente se encuentra con ese pequeño tesoro en pinturas. Y eso me permite introducirme en el mundo del arte y situar a Logan en la Nueva York de los años cincuenta, el dinero y todas esas cosas.

P. ¿En qué está trabajando en estos momentos?

R. He acabado un libro de relatos cortos. Seis fueron ya publicados en The New Yorker y otros son nuevos. Y estoy escribiendo el guión de una película que empezará a rodarse en febrero en África del Sur. Se llama Man to man. La dirige Regis Wargnier, el director de Indochina. Se desarrolla en África y Escocia en 1870 y es acerca de unos científicos que capturan dos pigmeos porque creen que son el eslabón perdido entre el hombre y el mono. Es una película sobre el racismo.

El escritor William Boyd, en su casa de Londres.
El escritor William Boyd, en su casa de Londres.JORDI ADRIÁ
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