Bush rechaza las aspiraciones independentistas de Taiwan

Con una claridad poco común en conflictos diplomáticos, el presidente de EE UU, George W. Bush, aprovechó ayer la visita del primer ministro chino, Wen Jiabao, para mostrar públicamente su rechazo a que Taiwan celebre un referéndum que se interpreta como un salto en sus aspiraciones independentistas. Bush impulsa así su relación con Pekín y salvaguarda los intereses comerciales comunes. Los líderes limitaron al mínimo los reproches: Wen criticó levemente el volumen del déficit comercial de EE UU y Bush pasó de puntillas por la situación de los derechos humanos en China.

El mes pasado, e...

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Con una claridad poco común en conflictos diplomáticos, el presidente de EE UU, George W. Bush, aprovechó ayer la visita del primer ministro chino, Wen Jiabao, para mostrar públicamente su rechazo a que Taiwan celebre un referéndum que se interpreta como un salto en sus aspiraciones independentistas. Bush impulsa así su relación con Pekín y salvaguarda los intereses comerciales comunes. Los líderes limitaron al mínimo los reproches: Wen criticó levemente el volumen del déficit comercial de EE UU y Bush pasó de puntillas por la situación de los derechos humanos en China.

El mes pasado, el Parlamento de Taiwan aprobó una ley que permite celebrar un referéndum sobre cualquier cuestión que afecte a la defensa del territorio, separado formalmente de China desde la guerra de 1949. La consulta, fijada para el 20 de marzo, preguntará a los taiwaneses si desean pedir a China la retirada de cientos de misiles que apuntan hacia la isla.

China, que no renuncia a la reunificación, interpreta ese referéndum como una consulta sobre la soberanía de Taiwan y amenaza con la acción militar si la convocatoria se mantiene. Wen usó un lenguaje cuidado para su intervención en el Despacho Oval. No hubo amenazas, pero tampoco concesiones: "Haremos todo lo posible para lograr la reunificación nacional mediante métodos pacíficos", dijo el primer ministro, obviamente sin descartar los otros métodos.

Una China unida

A su lado, Bush parecía dispuesto a pronunciar las frases que su socio comercial quería escuchar. "La política que defiende EE UU es la de una China unida", dijo el presidente. Oficialmente, la Casa Blanca considera a Taiwan parte de China, pero esa premisa no ha impedido la venta de material militar a la isla, en función de una ley de 1979 que permite a EE UU vender armas a Taiwan "en una cantidad suficiente como para permitir al país el mantenimiento de su capacidad de autodefensa".

"Nos oponemos a cualquier decisión unilateral por parte de China o Taiwan para cambiar el statu quo. Los comentarios y las acciones del líder taiwanés [el presidente Chen Shu Bian] indican su disposición a tomar decisiones unilaterales para cambiar ese statu quo, a lo que nosotros nos oponemos", repitió Bush. Wen completó: "La estabilidad sólo se puede mantener mediante la oposición firme a las actividades proindependentistas". A cambio de esta concordancia, Bush espera la colaboración plena de Pekín en la resolución del conflicto nuclear con Corea del Norte.

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En el capítulo comercial, Wen ensalzó el incremento del intercambio entre los dos países, pero lamentó "que existan problemas en nuestra relación económica, principalmente el déficit comercial de EE UU con China", que puede ascender este año a 120.000 millones de dólares. Los fabricantes de EE UU culpan al Gobierno chino de mantener baja su moneda para aumentar las exportaciones; se esperaba que Bush presionara a Wen para que permita una mayor fluctuación del yuan.

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