VISTO / OÍDO

Dieciséis años

Blair quiere el voto a los dieciséis años: algo tendrá preparado para que lo hagan a su favor. Tendría que estar en la Constitución europea, pero costará trabajo, sobre todo en España: los poderes son conservadores, y creen que la juventud es rebelde. Algunos de entre los poderosos creen que la juventud no está preparada para tomar responsabilidades: si lo sabrán ellos, que llevan siglos haciendo lo posible por asquearlos, atontarlos. La lucha por el voto desde que se inventó es luchar contra la reducción de votantes y elegibles a clases "buenas": hombres y no mujeres, mayores y no jóvenes, ri...

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Blair quiere el voto a los dieciséis años: algo tendrá preparado para que lo hagan a su favor. Tendría que estar en la Constitución europea, pero costará trabajo, sobre todo en España: los poderes son conservadores, y creen que la juventud es rebelde. Algunos de entre los poderosos creen que la juventud no está preparada para tomar responsabilidades: si lo sabrán ellos, que llevan siglos haciendo lo posible por asquearlos, atontarlos. La lucha por el voto desde que se inventó es luchar contra la reducción de votantes y elegibles a clases "buenas": hombres y no mujeres, mayores y no jóvenes, ricos y no pobres, letrados. Mostraron un truismo que fue a dar en sofisma y en nada: no puede valer igual el voto del carbonero que el del académico, por la complejidad de los asuntos de Estado. La otra verdad es que el carbonero votaba según sus necesidades, las de su clase. Se ha llegado a extender el derecho a voto y a ser elegido al mayor número de personas: hembras, jóvenes, pobres. Y la contraofensiva, la de ganar las elecciones antes de que produzcan: ganar el voto en cada cabeza mediante los mil sistemas que tiene el poder para tender capas de convicción. Lo han explotado mejor las derechas porque han llevado al encarecimiento enorme a todos los medios, de forma que no todo el mundo pudiera hacer su comedia, su editorial o su conferencia; y al derroche de ayudas que forma una censura sonriente. No creo que un solo partido con posibilidad de gobernar renuncie a esta máquina.

Dieciséis años: una edad difícil. Como todas: yo no recuerdo año de mi vida en el que no hayan dicho que estoy atravesando una edad difícil. Y era verdad. Los dieciséis años son víctimas de la infantilización voluntaria histórica. Fue edad de casarse, de parir, de trabajar el campo y la ciudad. A medida que han aparecido otros factores, como el exceso de población, la disminución de la fuerza en el trabajo y la consiguiente aparición de la mujer, a los jóvenes se les ha ido echando para atrás. Títulos imprescindibles para tener otros, y un máster más allá, y un periodo de pruebas, y becas de mal sueldo... Y este coletazo final del franquismo los saca de su unidad en la calle, les mete religión arcaica en sus estudios. El aprendizaje de oficio es una aventura. ¿Les va a dar el voto? Querría que sí. Mejor están que los aburridos, decepcionados que se arrastran a las urnas.

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