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Reportaje:

Atraco al estanco

La subida del precio del tabaco en Francia dispara los robos y el contrabando

El tabaco ya no sólo mata, como advierten los letreros impresos sobre las cajetillas, sino que el aspirante a cadáver debe dejarse la hacienda en el empeño. Por lo menos en Francia, donde el Gobierno ha subido dos veces las tasas sobre el tabaco en 2003 y ha confirmado otra para enero, encareciendo así este producto más del 50% en un año.

El paquete de una de las marcas más populares de rubio cuesta 4,50 euros, frente a 2,60 en España, sin ir mas lejos. Convertido prácticamente en un articulo de lujo, se está desarrollando un floreciente mercado negro en torno al tabaco, con sus secuelas de aumento del contrabando y de la delincuencia. Comandos de enmascarados asaltan estancos casi como si fueran joyerías; el pasado día 9, tres encapuchados se llevaron 10.000 euros de uno de esos establecimientos, además de robar un vehículo y de rociar con gases lacrimógenos a los clientes. En el departamento del Gard (sur de Francia) se han registrado diez ataques a estanqueros en nueve días. La policía responde con medidas aparentemente vigorosas : 23 personas fueron arrestadas la semana pasada en varios campamentos de personas sin domicilio fijo, como sospechosos de dedicarse al contrabando de tabaco o a los robos en los estancos, según los casos.

El Gobierno pretende poner el tabaco muy caro para que deje de interesar a los fumadores
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Los gobernantes pretenden poner el tabaco muy caro para que deje de interesar a los fumadores, imitando así el modelo ensayado en Reino Unido y bajo argumentos de tipo sanitario: cada año, unas 30.000 personas mueren prematuramente en Francia como consecuencia de cánceres bronco-pulmonares, lo cual representa cuatro veces más víctimas de las que provocan los accidentes de tráfico.

El presidente de la República, Jacques Chirac, acaudilla un plan anticáncer que pretende reducir el consumo de tabaco en un 30% entre los jóvenes y en un 20% entre los adultos. El tabaquismo disminuye entre los hombres, pero seduce cada vez más a las mujeres: ya fuma un 36% de chicas de 12 a 25 años, casi el mismo porcentaje que entre los chicos. Los epidemiólogos auguran una catástrofe sanitaria y el doctor Jean-François Mattei, ministro de Sanidad, lucha tanto por la salud de la población como para contener el déficit galopante de la Seguridad Social.

Pero los 34.000 estanqueros de Francia piensan que las vidas y haciendas que corren verdadero e inminente peligro son las suyas. Un estanquero de 51 años se suicidó la semana pasada en un pueblo del sur del país, dejando una carta en la que explicaba que no podía hacer frente a sus deudas.

Para que no falte de nada, el líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen ha ofrecido sus servicios políticos a los estanqueros. No llega al extremo de defender el tabaco como fuente de bienestar, pero afirma que estos comerciantes no deben pagar los costes de la política emprendida por el Gobierno y les trata de "servidores del Estado". Algo de cierto hay en ello, puesto que el fisco francés recauda unos 8.000 millones de euros anuales gracias a las tasas sobre el tabaco. Le Pen se fija especialmente en las regiones fronterizas, dando por hecho que las poblaciones más próximas (por ejemplo, a Cataluña, Aragón, Navarra o el País Vasco) se aprovisionarán masivamente de tabaco en otros países, arruinando así a los estanqueros franceses. Tan seria es la amenaza de manipulación política que el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, se ha creído en la obligación de anunciar un plan de protección especial para los estanqueros y de lucha contra el contrabando de tabaco. Otro miembro del Ejecutivo anticipa la reconversión de estos comerciantes hacia funciones que permitan aligerar ciertos servicios administrativos.

"Todo esto ha sido muy brutal", denuncia el presidente de los estanqueros, René le Pape, anonadado al conocer la confirmación de que el tabaco seguirá subiendo antes de que él haya obtenido la entrevista con el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, que persigue desde hace semanas. A su juicio, el que verdaderamente sigue un "método asesino" es el Gobierno. Pero el Ejecutivo parece dispuesto a aguantar, convencido de que una parte de los fumadores dejará de hacerlo gracias, precisamente, a alzas brutales y repetidas en el precio.

Un grupo de estanqueros franceses protesta contra la subida del precio del tabaco.
Un grupo de estanqueros franceses protesta contra la subida del precio del tabaco.AFP

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