Dusminguet y Los Planetas cierran la sexta edición del Senglar Rock con sabor a victoria
La concurrida última noche del festival de Montblanc adoptó un perfil 'indie'
Con Dusminguet en plan estelar y Los Planetas como propuesta novedosa que encajó bien en el público del Senglar Rock, la sexta edición del festival se cerró con sabor a victoria. La organización del evento informó de que recibió 15.000 visitas en el recinto de Montblanc durante sus tres días de programa. En su última noche de actividad, el Senglar adoptó un perfil indie que convivió con propuestas más tradicionales del tipo Gossos, Pomada o los propios Dusminguet, cuya actuación fue la más concurrida de la última noche de festival.
La tarde ya se abrió con más público que en la víspera y de ello se beneficiaron especialmente Fora de Sembrat, encargados de inaugurar el escenario central. También pudieron sentirse acompañados Élena, una de las bandas de perfil indie de la jornada. Ante un público que no le resulta natural, el grupo tiró de voluntad y enhebró un concierto apreciable marcado por los ambientes y las texturas sonoras que tejieron en clave de aparente fragilidad. De vez en cuando se rompía, sacudiendo levemente la precaria atención que se les dispensaba, y con ligeras tormentas de guitarra recordaron que la suya es una propuesta apreciable no sólo por la placidez.
Más tarde, Gossos enchufaron electricidad a un cancionero que busca nuevos caminos y Pomada tiraron de folk para acordeón y sonrisas ante un público que les respondió con cierta frialdad.
La incógnita
Restaba la incógnita de Los Planetas, una apuesta del festival para diversificar su base de público y abrir nuevas ventanas al futuro. Salió bien. Por el recinto se vieron nuevos perfiles de público y el ya asiduo al festival no dio la espalda a los granadinos. Éstos solventaron la papeleta sin despeinarse en apenas una hora gracias a un repertorio superpoblado de éxitos. Con la retaguardia cubierta por los hits, incluso J habló en catalán para presentar La caja del diablo; parte del público, entre el que también los había conocedores, coreó Un buen día, y el ramillete final de las canciones Prueba esto, Vas a verme por la tele, Mi hermana pequeña y Nuevas sensaciones corroboró la solvencia de los granadinos y el gancho de su repertorio. Nadie les hizo ascos y el Senglar enseñó otra cara.
La apuesta indie se completó con los corrosivos Aina, que en el escenario pequeño tomaron el relevo de Los Planetas. Su hardcore explotó en la cara de un público no muy acostumbrado a estos sonidos, intensos y lacerantes, de forma que el personal se quedó literalmente pegado al suelo bajo el empuje de una banda que ya tiene un nivel más que excelente. Su paso por el Senglar fue algo más que anecdótico, redondeando una jornada a la que aún le quedaba el broche final.
No pudo ser otro que Dusninguet, grupo que defiende sonidos a los que el público del Senglar ya ha prestado atención en otras ocasiones. La propuesta de fusión de los de La Garriga marcó el cenit de la noche, logrando la implicación de todas las personas que se encontraban en el recinto, muchas de ellas esperando en las tiendas hasta el inicio del concierto de Dusminguet. Porque ésta es una de las curiosas características del Senglar, un festival en el que el público parece pagar sólo por ver a los cabezas de cartel, de suerte que cuando ellos no están en el escenario el personal se ausenta sin mostrar curiosidad por las bandas de menos renombre.
Con Dusminguet todos se presentaron ante el escenario central, de suerte que el concierto fue un exitazo. Dusminguet se marcaron una actuación soberbia trufada con ritmos bailables y un repertorio poco menos que infalible. La gran cantidad de actuaciones que la banda lleva a sus espaldas les ha permitido sonar con convicción y seriedad, de manera que lo suyo ya no es sólo una juerga con buenas intenciones y regular pericia.
El momento más aplaudido aconteció cuando sonaba Marihuana, palabra tótem en el Senglar. Y mientras Dusminguet se aplicaban en su interpretación, un pilar de tres, otro de los tótemes del festival, se elevó por encima de las cabezas de la concurrencia. Fue una forma de hermanar dos de las pasiones de gran parte del público de un festival que este año ha apostado por buscar nuevos sentidos a su existencia. Y no se ha estrellado, sino que ha conseguido redondear una de sus ediciones más exitosas.
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