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Sólo un centenar de trabajadores de Puigneró se interesan por la SAL

Para asegurar la viabilidad de la empresa se necesita un mínimo de 250 empleados

Un centenar de trabajadores de Hilados y Tejidos Puigneró han mostrado su interés por crear una sociedad anónima laboral (SAL) tras el cierre de la empresa textil de Sant Bartomeu del Grau (Osona), que dejará sin trabajo a 495 personas, según informaron fuentes sindicales. El miércoles a medianoche expiró el plazo establecido por los sindicatos para apuntarse a la iniciativa.

Este escaso apoyo -los sindicatos calculan que para la viabilidad de la SAL es necesaria la participación de 250 trabajadores- elimina la posibilidad de salvar cualquier vestigio de la que fue la mayor empresa textil española. Los sindicatos se mostraron ayer cautos y aplazaron la toma de postura hasta hoy, coincidiendo con la primera reunión con la dirección de Puigneró y el Gobierno catalán para negociar las condiciones del despido de la plantilla.

Los trabajadores se muestran reticentes a arriesgar la capitalización de la prestación por desempleo. "Nos deben cinco meses que nadie nos asegura que vayamos a cobrar", explica una trabajadora, "y encima nos piden que invirtamos lo que nos toca de paro en una sociedad que no sabemos qué futuro va a tener. Es de locos".

Pese a este sentimiento, muy extendido entre los trabajadores de la textil, las centrales sindicales mantenían la esperanza de sacar adelante la SAL siempre que tanto los empleados como la Generalitat se comprometan. El secretario general de UGT en Osona, Cesc Posch, aún confiaba anoche en el proyecto.

Pero el Ejecutivo catalán ya dijo en su momento que sólo participaría en la SAL si los trabajadores estaban "muy convencidos" y si no les importaba "arriesgar". La sociedad anónima laboral se crearía una vez liquidada la empresa, dentro de unos cuatro meses, con un capital de 10 millones de euros, de los que tres los aportarían los trabajadores con la capitalización del paro (cerca de 12.000 euros por persona), 4,5 millones corresponderían a activos propiedad de la plantilla y el resto, casi tres millones, debería aportarlos el Gobierno.

La mayor preocupación sindical es salvar puestos de trabajo en una localidad, Sant Bartomeu del Grau, donde el cierre de Puigneró supone el fin de toda actividad industrial y económica. Todo el pueblo trabaja en la textil, en ocasiones familias enteras o inmigrantes a los que atrajo la garantía de un trabajo. Ahora el mayor temor es la desertización del pueblo.

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A falta de una decisión de los sindicatos sobre el futuro de la SAL, la única salida que les queda a los habitantes de Sant Bartomeu del Grau es confiar en la eficacia de la mesa de reindustrialización del Lluçanès (integrada por la Generalitat, sindicatos, patronales e instituciones locales y comarcales) para fomentar la instalación de nuevas empresas en esta comarca.

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