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Niños lectores en un medio violento

La Feria del Libro de Bogotá engloba en realidad cuatro ferias en una: la de venta de libros colombianos al exterior, básicamente a América Latina -"España no nos compra, sólo nos vende", se lamenta Enrique González Villa, el director de la Cámara del Libro-; la dedicada a la producción académica, cada vez más significativa; los encuentros culturales con más de 600 eventos entre conferencias, teatro, debates, cine y música y una feria dedicada a los niños con un pabellón entero pleno de actividades y talleres. Este año, más de 200 pequeños recorrieron el recinto ferial. Para los extranjeros que visitaron esta feria, ver tantos niños y jóvenes con los libros les resultó sorprendente. Mario Vargas Llosa hizo referencia, antes de iniciar su conferencia sobre su último libro, a este satisfactorio hecho.

El invitado de honor de este año fue Holanda, que presentó en su pabellón una muestra de pintores holandeses, una exposición de grabados de Rembrandt y una muestra de libros infantiles y juveniles, coordinada por la organización colombiana Fundalectura. El tema central, Literatura y ciudades, reunió a escritores nacionales con autores extranjeros, entre ellos los mexicanos Jorge Volpi y Juan Villoro y la española Nuria Amat.

Parte del éxito de esta feria -unos 40.000 visitantes por día en promedio- es el resultado de una labor de fomento a la lectura en Bogotá, iniciada por la Biblioteca Luis Ángel Arango hace muchos años y multiplicada por la nueva red de bibliotecas públicas de la ciudad. Estas enormes construcciones, diseño de los más importantes arquitectos colombianos, están ubicadas en rincones populosos de la ciudad. Susan Sontag las recorrió y quedó impresionadaº. Para ella es el proyecto más importante en el mundo en su género. La autora americana aseguró que más que bibliotecas son verdaderos centros culturales.

En toda Colombia, incluso en zonas en guerra, hay cientos de personas que ven en la lectura una poderosa herramienta para construir el nuevo país. En San Vicente del Caguán, antigua zona de distensión -donde se intentó un acuerdo de paz con las FARC-, la hermana Reina Amparo ha creado más de 150 círculos de lectores infantiles en las zonas más apartadas de este territorio de colonos, inmersos en un mundo de coca y violencia. La idea de la monja es que un niño que tenga un libro en la mano no empuñará un fusil.

Los resultados de esta labor ya se empiezan a ver: los niños de San Vicente del Caguán buscan los libros y no le temen a expresar lo que sienten y piensan con las palabras.

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