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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La lista del PP

La documentación presentada por el PP en relación a los ataques a sus sedes y militantes confirma la gravedad de algunos hechos, pero no la responsabilidad en ellos de dirigentes socialistas y de Izquierda Unida. El informe hecho público por Javier Arenas no ofrece pruebas convincentes que relacionen a los señalados con los incidentes. Los aludidos han anunciado que presentarán una demanda para proteger su honor.

El dossier recoge 326 actuaciones agresivas de muy distinta naturaleza: pintadas (a veces de símbolos nazis) en las sedes; rotura de cristales; colocación de pancartas insultantes; lanzamiento de objetos; boicot a intervenciones, en algún caso con agresión física; octavillas ofensivas... No todas las acciones denunciadas pueden calificarse de antidemocráticas; no lo es difundir una foto de una diputada con la leyenda: "Votó sí a la guerra". Pero el acoso a un partido democrático no sólo es injustificable y merece la más rotunda condena, sino que requiere una actitud activa y una pedagogía pública para evitarlo.

De todo ha habido en estos días. Pero, aparte de algún comentario aislado poco afortunado, no puede decirse que la condena de esos hechos por parte de los principales dirigentes del PSOE y de IU haya sido tibia, tardía o ambigua. El empeño de Aznar y su entorno en lo contrario es revelador de su propia confusión. Ya resultó significativo que, en el debate del miércoles de la semana pasada, los mayores abucheos de las filas del PP se produjeran cuando Zapatero y Llamazares condenaron con firmeza esos desmanes. Sin duda, a Aznar y los suyos les resultaba más consolador pensar que el rechazo social provocado por su implicación en la guerra no se debía a sus decisiones, sino a una conspiración de la oposición que buscaba sacarlos de la pista.

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Las insinuaciones que ha ido deslizando Arenas durante 15 días buscaban crear, al menos entre los suyos, la idea de una oposición violenta e insolidaria. Entrevistado en la radio pública, el presidente del Gobierno insistió ayer en ese mensaje, con el resultado, esta vez, de ofender en lo más vivo a muchas personas. ¿Cómo puede decir que los que se espantan a la vista de los niños iraquíes reventados por las bombas son indiferentes ante los niños mutilados por ETA? ¿De verdad piensa que los cientos de miles de participantes en las movilizaciones contra la guerra son defensores de la dictadura de Sadam o personas incapaces de "derramar una lágrima" por las niñas asesinadas por ETA en Zaragoza? El terrorismo no puede utilizarse como argumento para ofender así a la gente.

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