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PANTALLA INTERNACIONAL

Marco Bechis profundiza en la tragedia de los desaparecidos

El cineasta retoma su militancia política en la película 'Hijos'

Los espectadores deben ser avisados: Hijos, la nueva película de Marco Bechis -que se estrenará en España probablemente el próximo otoño-, duele, hace doler, provoca o remueve una pena honda y extendida. Nacido en Chile, hijo de italiano y chilena, criado en Buenos Aires, maestro primario, trabajador social secuestrado, torturado y expulsado de Argentina por la dictadura militar a los 21 años, residente actualmente en Milán, el artista retoma su vocación didáctica y la militancia política para continuar la saga sobre el tema de los desaparecidos iniciada en Garaje Olimpo.

Ya con 47 años, Bechis admite que la sociedad argentina no quiere hablar de los temas que propone en su cine, pero aun así cree que vale la pena "porque la resistencia queda". Garaje Olimpo desmontaba pieza a pieza la maquinaria del terror y reproducía la rutina burocrática de un campo de concentración similar al que el propio Bechis padeció cuando estuvo 10 días secuestrado en abril de 1977, hasta que "legalizaron" su detención en una cárcel militar y finalmente le expulsaron del país. La película sólo fue vista por 50.000 personas en Argentina. Tuvo cinco veces más espectadores en Europa.

Para el director, los medios de comunicación argentinos, "que se callaron y fueron cómplices durante la dictadura", comenzaron "a gritar" todo lo que había pasado cuando se recuperó la democracia. "Pero ese grito no sirvió para entender nada. Mostrar los cuerpos desenterrados, hacer hablar a los torturados en televisión fue sólo la exposición comercial de la tragedia. Terminaron por anestesiar a la opinión pública".

En cuanto al cine, Bechis opina que "aquel momento se aprovechó para hacer películas malas, comerciales, contaron la historia así como se podía vender, sin involucrarse personalmente. Es el caso de La historia oficial, ganadora del Oscar en 1986, un melodrama sin una real profundización en el tema, o La noche de los lápices, que es un golpe bajo detrás del otro".

Cada vez que aterriza de regreso desde Italia, Bechis no puede dejar de pensar que tal vez el empleado de aduanas que lo atiende, el taxista que le lleva en su coche al centro de la ciudad, el vecino, fueron parte de los grupos de tareas responsables del secuestro de miles de jóvenes durante la dictadura militar de los años setenta, o tal vez colaboraron con los torturadores. No se encuentra "en casa". Pero tampoco en Milán, según cuenta: "Allí también soy un ovni, no participo del mundo cultural, nunca hice una película italiana, siempre digo, a modo de broma, que sólo me siento bien en los aeropuertos".

Hijos fue recibida y valorada ahora en Argentina por "el refinamiento estilístico" del filme que propone como único camino "coraje y entereza para llegar a la verdad", pero según observa el prestigioso crítico Fernando López, en un inteligente y elaborado comentario publicado por La Nación de Buenos Aires, la "exterioridad de los actores y tal falta de vibración humana, sumadas a la fría elegancia y a la sobreelaborada composición en las imágenes -cada objeto, cada palabra, cada situación trae su eco o su referencia- imponen un distanciamiento que no por deliberado resulta menos desfavorable".

Para el director, todo es el resultado de una opción personal: "Una película como Hijos se podía hacer de dos maneras. Una era la explotación comercial, una vez más, del tema, convertirla en un melodrama. La representación moderna de la tragedia griega hoy sería la telenovela, el culebrón. Y hubiera sido seguramente de más fácil digestión para los espectadores. El público se hubiera compadecido de la pareja que se apropió de un niño nacido en cautiverio cuando su madre estaba secuestrada y a la que asesinaron después de parir. El cine americano seguramente habría atravesado ese terreno con facilidad. Yo quería encontrar otro registro para reflexionar sobre cómo se representa hoy una verdadera tragedia como ésta, en la que no se ha podido siquiera enterrar a los muertos. Aquí hay 30.000 desaparecidos que no se sabe dónde están y los que lo saben están vivos y caminan por las calles, no han sido juzgados ni condenados".

Vocación didáctica

La primaria "vocación didáctica" de maestro rural y estudiante de Economía, permanece en este artista conceptual que a los 25 años, en 1981, luego de aprovechar una beca en Nueva York para escribir una tesis sobre la política económica de la dictadura militar, montó en Milán una videoinstalación sobre los campos de concentración con auspicio de Amnistía Internacional. Desde entonces, los medios y los ciudadanos italianos remiten a la tragedia argentina cuando dicen o escriben: desaparecidos. Luego de experimentar con fotos polaroid y una vieja filmadora en blanco y negro prestada por un amigo, Bechis empezó a interesarse por el cine como herramienta útil para sus fines y estudió en una escuela de Milán. Se siente "un objeto volador no identificado".

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