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La segunda privatización

Duro Felguera puja sin apoyo sindical por la vasca Babcock Borsig

Una especie de destino maldito toca a todo aquel que se acerca a Babcock Borsig, la antigua Babcock & Wilcox. Durante los últimos 10 años todas sus apariciones públicas han sido para hablar de quién la compra. La segunda privatización podría hacer que la propiedad pasara de manos de la alemana Borsig a la española Duro Felguera, una opción que no gusta a los sindicatos.

Los sindicatos temen que la integración suponga la desaparición del taller de Galindo y que se pierdan más puestos de trabajo

En 1999, el potencial comprador exclusivo, la anglonoruega Kvaerner, entra en crisis y se frustra la venta. Dos años después se cierra la privatización en falso con la suspensión de pagos del comprador, la alemana Borsig, a los ocho meses de la venta. La estatal SEPI, tras haber gastado 1.274,15 millones de euros en el primer proceso de privatización, ha abierto de nuevo un proceso que no garantiza la paz social. Los talleres de Galindo (Vizcaya) viven acostumbrados a la crisis y a mirar hacia arriba cuando las cosas van mal.

Aunque la propiedad sigue en manos de los alemanes, la tutela, el aval y la búsqueda del nuevo socio es una competencia exclusiva de la sociedad estatal. "SEPI debe seguir, mantener el soporte financiero y el capital circulante", señala Ramón Górriz, consejero de la empresa en nombre de CC OO.

Los alemanes están y han firmado con Duro Felguera un acuerdo de confidencialidad para determinar las condiciones de la compra. Así lo comunicó Duro el pasado día 21 a la CNMV. Pero más allá de no negarse a cooperar, Borsig no participa ni en la gestión ni en el futuro. "Hay una reversión de hecho". Las palabras de Ambrosio Fernández, consejero de la empresa por UGT, muestran claramente cómo respiran las centrales y a quién exigen amparo. La primera privatización redujo la plantilla a 673 trabajadores. Más de 500 personas se prejubilaron en buenas condiciones. La nueva operación aún no se ha concretado, pero ya se baraja la salida de 250 trabajadores.

El pasado lunes, los sindicatos (CC OO, ELA y UGT) se reunieron en Madrid con los responsables de SEPI para conocer de primera mano los planes de Duro Felguera. Al final de la reunión se trasladó a los sindicatos que la nueva venta no garantizaría las condiciones de la privatización, ni en empleo ni en proyecto industrial.

Borsig adquirió una compañía sin deudas, con unos fondos propios de 25.706 millones de pesetas por 7.487 millones, y se comprometía a mantener la plantilla cinco años, a realizar transferencias de tecnología y a invertir 22.500 millones en cinco años. Todo quedó parado con la suspensión de pagos. Duro Felguera se ha convertido en el último cartucho de SEPI. Hace ya varios años fue descartada como comprador y hoy se le han pedido sopitas.

SEPI ha buscado fuera de las fronteras y no ha logrado nada. Los contactos con la estadounidense McDermott, que compitió con Borsig hasta el último momento, no han fructificado. Las opciones eran escasas y Duro se ha convertido en una especie de último salvavidas.

Los técnicos de la firma asturiana están ya visitando las instalaciones de Galindo y es posible que presenten su oferta sin consumir los 20 días que se han marcado. El fracaso de SEPI no sólo es recurrir a quien rechazó primero sino propiciar demasiado tarde una reordenación del sector español de bienes de equipo. Durante años fue precisamente ésta la petición de Duro Felguera y de la ya desa-parecida Mecánica de la Peña.

Instalaciones de Babcock en Galindo en una foto de archivo.
Instalaciones de Babcock en Galindo en una foto de archivo.TXETXU BERRUEZO

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