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Reportaje:AMENAZA DE GUERRA | La zona de conflicto

Ciudad Sadam, lista para la defensa

Los habitantes de una barriada de Bagdad están dispuestos a luchar, pero reciben hospitalarios al visitante estadounidense

Hasta en la enorme barriada de Ciudad Sadam, donde una corriente inmunda de aguas residuales cubre las calles, donde mechones de cabellos humanos e intestinos de animales se apilan como basura en un campo de fútbol, donde el retrato de Sadam es apenas visible en un miserable lugar que lleva su nombre, no hay grietas en la línea oficial. "Estamos listos para enfrentarnos a Estados Unidos", afirma Halima Nebi, de 57 años, matriarca de una familia obligada por la pobreza a alojar a 21 personas en un piso de Ciudad Sadam. "Usaremos piedras, ladrillos, fusiles, nuestras propias manos".

Dicho esto, y ante la posibilidad real de que aviones de combate de EE UU comiencen a lanzar bombas sobre Irak en cuestión de días o semanas, sorprende a los visitantes norteamericanos lo agradable que es todo el mundo aquí. La señora Nebi y su marido, Abdul, sirven amablemente el té al enemigo. El matrimonio invita repetidamente a almorzar a sus huéspedes, mientras se deshace en elogios hacia el pueblo estadounidense, no hacia sus líderes. Y no son sólo los Nebi: nadie aquí da la menor señal de hostilidad.

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Lo que piensan los iraquíes al borde de una guerra es, por lo tanto, un misterio. Esta gente podría convertir su país en un cementerio para soldados estadounidenses o podría, sencillamente, abandonar a su líder a su suerte.

Los estrategas de la guerra en Washington confían en que este estado de ánimo aparentemente contradictorio signifique que habrá poca pelea. Las autoridades iraquíes dicen que están repartiendo armas para la guerra urbana y, ciertamente, la mayoría de las personas entrevistadas en Ciudad Sadam -en presencia de funcionarios que acompañan a los periodistas a todos lados- se comprometen a ser los primeros en usarlas (mientras seguían siendo encantadores con el estadounidense que hacía las preguntas).

Gran parte de los habitantes de Ciudad Sadam son chiíes, mayoría en Irak pero con menos poder que los sunníes de Sadam Husein. En 1999 estallaron unos disturbios -cosa rara aquí- tras el asesinato de un prominente clérigo chií y dos de sus hijos, del que algunos en Ciudad Sadam culpan al Gobierno. La Guardia Republicana, cuerpo de élite del Ejército iraquí, aplastó la revuelta y al menos 27 personas, quizá 100, murieron.

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Sin embargo, todo el mundo jura lealtad al régimen, algunos hasta el punto de la exageración. "Estoy listo para defender mi patria", afirma Abdulá Mohammed, un comerciante de harina de 42 años mientras muestra una cicatriz en la nuca que, asegura, es un recuerdo de los combates contra los estadounidenses durante la guerra del Golfo. "La situación es distinta a la de 1991", dice. "Ahora todo el mundo está con nosotros, porque tenemos la razón".

El ataque que viene será un asalto directo, quizá con unos pocos aliados, a un Irak que no está en guerra. Este país, donde la civilización comenzó hace miles de años, se pregunta por qué tiene que ser Estados Unidos el que decida si su líder - sin importar qué piensan de él- debe o no desaparecer.

"Es importante comprender que en las mentes iraquíes hay un conflicto: 'Quiero cambiar mi vida y que mi líder se vaya", explica un diplomático occidental en Bagdad. "Al mismo tiempo: 'Soy un patriota. Estoy orgulloso de mi país. Me siento humillado por la actitud de Estados Unidos'. Son sentimientos encontrados", agrega el diplomático, que no cree que los iraquíes vayan a combatir en las calles. "Están esperando a ser liberados, pero no ven a los estadounidenses como libertadores".

Los barrios pobres de todo el mundo, incluyendo los de Estados Unidos, dicen mucho de los países que marchitan: en el caso de Ciudad Sadam, lo que un extraño ve es la fuerza con que los tentáculos del régimen de Sadam Husein envuelven un lugar poco proclive a apoyarlo. En dos días de entrevistas no hubo señal externa alguna -ni un sutil movimiento de cejas- de algo distinto a la unanimidad en apoyo de Sadam Husein.

© The New York Times

Estudiantes universitarios de Bagdag protestan, ayer, ante los inspectores de la ONU.
Estudiantes universitarios de Bagdag protestan, ayer, ante los inspectores de la ONU.AP

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