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XVI CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO

Los comunistas chinos se reparten la herencia de Jiang Zemin

Hu Jintao será la cabeza visible de una dirección colegiada de los comunistas

Con el Pensamiento de Mao Zedong casi desmantelado, la Teoría de Deng Xiaoping en los altares y la evidente falta de carisma de los actuales líderes, China se encamina hacia una dirección colegiada con la que poder hacer frente a los enormes retos que se ha propuesto para volver a ser el Imperio del Centro.

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A tres días de que Hu Jintao salga elegido secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh) durante el XVI Congreso, los distintos grupos de presión dentro del PCCh ultiman sus maniobras para repartirse los escaños de los distintos órganos de la dirección, y muy en concreto, del Comité Permanente del Buró Político, el máximo órgano de poder, que hasta ahora integraban los siete magníficos. El nuevo comité tendrá supuestamente nueve miembros para acomodar mejor las distintas tendencias del poder.

El primero de esos grupos es el del secretario general saliente, Jiang Zemin, y la llamada banda de Shanghai: el grupo de fieles que Jiang, alcalde de esa ciudad desde 1985 hasta su salto a Pekín en 1989, ha ido colocando en puestos estratégicos. Dos de esa banda, Zeng Qingong y Huang Ju, además del gobernador de la rica provincia de Guangdong (Cantón), Li Changchun, son los auténticos herederos de Jiang y los que deben de seguir defendiendo sus intereses, tanto en el plano político como económico y personal.

Hu Jintao, elegido en 1996 por Deng Xiaoping para encabezar la mayor renovación de cuadros dirigentes de la historia del partido, ha ido entre bastidores situando a sus peones, muchos de los cuales proceden, como él mismo, de la Liga de la Juventud, pero es de la Escuela del Partido, que Hu preside actualmente, de la que han salido sus colaborares más próximos y con los que Hu debe de balancear el poder. Los expertos aseguran que el nuevo secretario general necesitará entre tres y cinco años para hacerse realmente con las riendas de China. 'Independizarse de Jiang le llevará tiempo porque hasta el momento no ha mostrado cuál es su pensamiento político', asegura una fuente del partido.

A estas dos corrientes se suma la llamada de los príncipes, que encabezan los hijos de las tres máximas autoridades chinas: Jiang Mianheng, del presidente; Zhu Yunlai, del primer ministro, y Li Xiaopeng, del presidente de la Asamblea Popular Nacional. Ellos y otros están al frente de grandes corporaciones, bancos o empresas semiprivadas o privadas, a las que han llegado gracias a sus conexiones familiares con el poder, y quieren seguir disfrutando de los beneficios obtenidos. Para ellos es fundamental situar a sus 'amigos' en la tercera escala del poder, es decir, en el Comité Central del PCCh. Se espera que aproximadamente la mitad de los 338 miembros de este comité sean nuevos.

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Batalla perdida

'El poder en China es cada vez más oligárquico, y lo malo es que nuestra generación está perdida para impulsar la democratización del partido. A nosotros, el rescoldo del miedo pasado no nos deja movernos. Somos, como esta cuarta generación de líderes que entra, unos cínicos. Habrá que esperar una o dos generaciones más para hablar de democracia', afirma un intelectual con 28 años de militancia en el PCCh.

El tremendo caos que sacudió a China durante la Gran Revolución Cultural (1966-1976) marcó a la juventud de ese periodo, que tuvo que defenderse de la violencia de la ideología. Esto, según los sociólogos, les convirtió en más comprensivos hacia otras políticas que sus predecesores, pero también les llevó a no querer destacar para evitarse problemas. De ahí que los dirigentes de la llamada cuarta generación que ahora ascienden al poder no tienen carisma y para compensar esta supuesta falta están dispuestos a 'compartir el poder y a tomar las decisiones por consenso'. Evidentemente, Hu Jintao se apoyará en los suyos, pero también le será fácil con Wen Jiabao, que se perfila como nuevo primer ministro, y Jia Qinglin, hasta hace poco jefe del PCCh en Pekín, ambos candidatos al Comité Permanente.

Los más optimistas señalan que la desideologización de esta nueva generación, su mayor preparación y el hecho de que sus máximos líderes comiencen con una dirección colegiada puede, si la situación es favorable, hacerla desembocar en el pluralismo político. Claro, que el optimismo requiere previamente cambiar la actual estructura del partido corrupta, amante del secretismo y autoritaria, por una más abierta y transparente.

La decisión de Jiang Zemin de incluir en el PCCh a los empresarios, banqueros y grandes propietarios puede jugar un papel importante en ese sentido. Esta decisión, articulada en una enrevesada teoría llamada de las Tres Representaciones, no es otra cosa que oficializar la realidad, ya que al menos una quinta parte de los nuevos propietarios chinos son miembros del PCCh y, con frecuencia, mandos, sobre todo a nivel regional.

La Academia de Ciencias Sociales de China emitió un informe a principios de año que concluía que el PCCh tendrá que 'redefinirse' ante las nuevas fuerzas vivas surgidas en el país a raíz de la reforma. Con la evidencia de que las teorías de Marx y Mao no son ya apropiadas a la cambiante sociedad china, los nuevos líderes que surjan de este XVI Congreso del PCCh tendrán ante sí la tarea de la refundación política del partido.

'No habrá perdón para los corruptos'

'Cualquier miembro, tenga una posición alta o baja, tendrá que enfrentarse a un severo castigo una vez que se informe y confirme su corrupción', declaró Wei Jiangxing, secretario de la Comisión de Disciplina del Comité Central del PCCh y uno de los siete magníficos del Comité Permanente del Buró Político.

Wei insistió en que el PCCh 'debe realizar un esfuerzo ímprobo en la lucha contra la corrupción'. Estas declaraciones las hizo ante los delegados al XVI Congreso de la región de Zhejiang, vecina de Shanghai.

Según las cifras oficiales publicadas en enero, el PCCh sancionó por corrupción el año pasado a 175.000 de sus 66 millones de miembros, lo que supone un 30% más que en el año 2000. El problema está tan extendido que no sólo afecta a los niveles más bajos de su jerarquía, sino que también fueron castigados 16 altos funcionarios de nivel ministerial y provinciales. Actualmente se encuentra detenido uno de los 22 miembros del poderoso Buró Político.

Una de las mayores quejas que tienen los chinos del PCCh es precisamente la corrupción, que es especialmente penosa en los pueblos, ya que a ésta se une el abuso de poder. Hasta el momento, la respuesta del Gobierno a la corrupción ha sido la de penalizar los casos comprobados, pero se sigue resistiendo a introducir controles.

En el llamamiento hecho por Wei para luchar contra estas prácticas, señaló que deben buscarse nuevos métodos y mejorar los existentes para ser más eficaces en la solución de un problema que, según los expertos, ha llegado a tal grado que puede frenar el desarrollo chino.

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