El papel clave de Esther Koplowitz
La dueña de FCC tuvo una importante actuación en la crisis de Vivendi Environnement
Para superar la crisis financiera, el presidente ejecutivo de Vivendi Universal decide ceder su filial Vivendi Environnement. Pero los políticos meten baza. El inicio del acoso está cerca.
Pacientemente, Henri Proglio, presidente de la junta de directores de Vivendi Environnement, trata de convencer de nuevo a Esther Koplowitz. 'Esther, piénsalo. Puedes ejercer tu opción de venta. ¿Pero estás segura de que Vivendi dispone de los medios para pagarte? Corres el riesgo de hacer que todo explote sin tener la seguridad de recuperar lo que has apostado. Si te quedas, la cesión de Vivendi Environnement podrá lanzarse. Eso nos salvaría. Por el momento, no puedo ofrecerte gran cosa a cambio, salvo reforzar nuestros acuerdos comerciales. Pero todo puede evolucionar más tarde si nos salvamos de ésta'.
Las riquezas del grupo, acumuladas en un siglo, han sido dilapidadas en medios de comunicación
Son las once de la mañana del lunes 17 de junio. El Consejo de Administración de Vivendi Universal debe reunirse a las tres de la tarde para aprobar o no la cesión parcial de Vivendi Environnement. El grupo desea reducir del 63% al 40% su participación en su filial de servicios colectivos. A cuatro horas de la reunión, nada está decidido: todo está condicionado al visto bueno de Esther Koplowitz. Y la empresaria española todavía no ha revelado sus intenciones.
Desde hace semanas, los allegados, los abogados y los banqueros presionan a la heredera del primer gran grupo de construcción español, FCC, para que aproveche la cesión de Vivendi Environnement para ejercer la opción de venta que le ha concedido Vivendi Universal. En 1998, durante su acuerdo sobre los servicios colectivos en España, el grupo francés le garantizó un derecho de recompra de su participación de 51% en el holding común creado para la ocasión. El compromiso representa cerca de 1.000 millones de euros, una fortuna. Y una bomba en potencia para Vivendi Universal. El grupo nunca podrá cumplir dicha promesa.
Sin embargo, Jean-Marie Messier no ha hablado con Esther Koplowitz para convencerla de que se quede. Amigo desde hace tiempo de la millonaria, Henri Proglio trata de desatascar esta situación cada vez más explosiva. Necesita el acuerdo de Esther Koplowitz. Lo obtendrá por los pelos, justo antes del consejo.
Henri Proglio sueña desde hace muchos meses con alejarse de Vivendi Universal, abandonar los 'focos' de la comunicación. Para él, Vivendi Environnement ya ha perdido demasiado en esta aventura. La compañía ya no es más que la sombra de la poderosa Générale des Eaux. Todas las riquezas del grupo acumuladas desde hace cerca de un siglo, incluso los miles de millones en reservas pagados a los consumidores para mantener en buen funcionamiento las redes de aguas, han sido dilapidados durante la loca carrera en los medios de comunicación.
Como contrapartida, Vivendi Environnement ha heredado las deudas, todas la deudas, las del sector inmobiliario, de la construcción, del teléfono. Agotada financieramente, le queda su actividad inicial y su lugar como líder mundial en los servicios colectivos, lugar que comparte con Suez.
Desde el comienzo del año, el sueño se ha convertido en una pesadilla. Asfixiada financieramente, Vivendi Universal parece dispuesta a resolver rápidamente la suerte de su filial, sin preocuparse demasiado de los intereses de ésta. A comienzos de marzo, el grupo decide otorgar un mandato de venta al Deutsche Bank para compensarle las pérdidas que sufrió en enero con la venta de la parte en autocontrol así como para ofrecer garantías a los bancos.
Esta venta era solicitada desde hacía tiempo por la familia Bronfman y los accionistas estadounidenses, que consideraban que esta actividad no tenía ninguna razón de ser en un grupo de comunicación. Se han contemplado varias posibilidades de venta: una cesión parcial, una cesión total e incluso una suspensión de la cotización. Sea cual sea la decisión, primero hay que superar el obstáculo de Henri Proglio. El presidente del directorio de Vivendi Environnement se muestra muy receloso cuando se trata de su grupo.
Jean-Marie Messier ha tenido que calmarle en muchas ocasiones. Pero en esta ocasión, el presidente ejecutivo de Vivendi Universal no tiene elección. Debe ceder Vivendi Environnement. Debe destituir a Henri Proglio.
'Querido Henri'. El 25 de marzo, cuando el presidente del directorio de Vivendi Environnement descubre la carta de Jean-Marie Messier se llena de ira: el presidente ejecutivo de Vivendi Universal quiere cesarle en sus funciones. Eric Licoys, la sombra de Jean-Marie Messier, sería nombrado presidente en su lugar y él pasaría a ser director general. 'Pero conservarías toda la responsabilidad operativa. Te necesito', le asegura Jean-Marie Messier. Para Henri Proglio, el nombramiento de Eric Licoys es una declaración de hostilidad. El descubrimiento del mandato del Deutsche Bank confirma todos sus temores: Vivendi Environnement corre un grave peligro.
A partir de ese momento, la guerra entre ambos está declarada. En la Générale des Eaux desde 1972, Henri Proglio ha tenido tiempo de reunirse con todos los alcaldes, diputados y consejeros generales de Francia y forjarse una sólida red de conocimientos y amistades, tanto en la derecha como en la izquierda.
Proglio da la voz de alarma, hecha mano de todas sus redes políticas, financieras, así como de amistades. André Santini, alcalde de Issy-les-Moulineaux (Hauts-de-Seine), presidente del Sindicato de Aguas de Ile-de-France y, por ello, el principal cliente de Vivendi Environnement, es el primero en comunicar el mensaje: 'Esta venta, que sería contraria a los repetidos compromisos tomados personalmente por Jean-Marie Messier, no dejará de tener consecuencias para los 8.000 alcaldes de Francia '.
Jean-Paul Delevoye, ex senador del RPR y presidente de la Asociación de Alcaldes de Francia (que posteriormente se ha convertido en ministro de la Función Pública), protesta a su vez y solicita que los cargos locales tengan un control sobre cualquier cambio que se produzca en el accionariado de las compañías de aguas. El mundo de las administraciones locales está en ebullición. En el Elíseo, en Matignon y en Bercy, ya soliviantados por el asunto de Canal +, se enojan. Desde luego, Jean-Marie Messier se pasa de la raya en plena campaña electoral.
'No se vende una empresa francesa que es número uno mundial'. La advertencia del ministro de Economía, Laurent Fabius, no deja lugar a la ambigüedad para Jean-Marie Messier. Ambos están invitados el 18 de abril a la entrega del título de oficial de la Legión de Honor a Maurice Lévy, dueño de Publicis. Al final de la comida, en pequeño comité, Laurent Fabius se lleva aparte al presidente ejecutivo de Vivendi Universal. El mensaje es breve y claro: está prohibido tocar a Vivendi Environnement.
Informado por Jean-Pierre Raffarin, entonces presidente de la Asociación de las Regiones de Francia y amigo desde hace tiempo de Henri Proglio, Jacques Chirac comparte la misma opinión. 'Vivendi Environnement debe seguir siendo francesa', declara al final de la primera vuelta de su campaña presidencial. La maniobra disuasoria ha funcionado a la perfección: ningún grupo extranjero se atreverá a conculcar el veto presidencial. Jean-Marie Messier ha comprendido: está obligado a dar marcha atrás.
Al día siguiente de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Jean-Marie Messier solicita una cita en el Elíseo. Jacques Chirac se niega rotundamente. 'Este tío me toca las pelotas. No quiero volver a verle'. Entonces, públicamente, ante los accionistas, Jean-Marie Messier asegura el 24 de abril: 'No figura en el orden del día una operación relativa a Vivendi Environnement'. En los pasillos hace saber discretamente al personal político que 'Vivendi Environnement nunca será vendida antes del final de las elecciones legislativas'.
Experto en diplomacia empresarial, en el pasado Jean-Marie Messier nunca hubiera dejado crecer un conflicto así. Las informaciones sobre la crisis de tesorería casi permanente del grupo se han vuelto públicas. Claude Bébéar, presidente de Axa, es pesimista. Para él, es necesario actuar. ¿El objetivo? Echar a Jean-Marie Messier...
Las reuniones y discusiones con todos los hombres de negocios que pueden influir en el curso de los acontecimientos se multiplican. El París de los negocios juega a la conspiración. Los consejos se desarrollan en un ambiente cada vez más violento. 'Tenemos por delante dos años difíciles', ha confesado Messier a sus allegados. Pero primero debe superar el próximo plazo de tesorería. El 13 de junio, acorralado, el grupo decide depositar en garantía sus acciones de Vivendi Environnement a cambio de un préstamo del Deutsche Bank, cuando la cesión de dicha participación no debe ser avalada por el consejo hasta el 17 de junio. La cotización de Vivendi Universal y de Vivendi Environnement se hunde. La venta oficial de Vivendi Environnement está prevista para el 24 de junio. La noche del 23 de junio, los principales bancos de París se reúnen para garantizar el éxito de la colocación. Por la mañana, la escisión se hace realidad: la Bolsa ha organizado el salvamento de Vivendi Environnement, como deseaban los políticos.
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