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Crónica:Gran Premio de Portugal | MOTOCICLISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Fonsi Nieto se viste de héroe

Espectacular triunfo del español, que remonta tras caerse en una carrera infernal

Será que le van los retos mayores, el más difícil todavía. Fonsi Nieto se empapó ayer de lluvia y de gloria, a partes iguales, en el descorazonador circuito de Estoril, convertido en una pista de patinaje de mala muerte por culpa de la manta de agua que le cayó encima. El piloto español logró el triunfo más meritorio, más épico y más espectacular de su vida en la carrera, según él, 'más larga y más difícil' que ha corrido jamás. Se pegó un costalazo de cuidado justo a mitad de la prueba, pero convirtió ese hecho en una anécdota, algo sólo reservado a los grandes. Fue remontando posiciones y aprovechó que otros también se fueron al suelo, pues lo de ayer fue algo así como un concurso de caídas, del que no todos supieron reponerse, para pisar por tercera vez el primer cajón del podio y mantener sus aspiraciones a conquistar un título mundial que se alejaba por momentos.

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Ocurrió en la vuelta 13, el número que aborrecen él y su tío, Ángel Nieto, cuando Fonsi circulaba junto al italiano Franco Battaini y se acercaba al por entonces sorprendente líder, el japonés Naoki Matsudo. A la entrada de una curva que finaliza cuesta arriba la moto le patinó y se fue al suelo. Se vio entonces una imagen que levantó un murmullo de admiración en buena parte de los 31.000 espectadores, buena parte de ellos llegados desde España, que hasta el circuito se acercaron.

Fonsi había quedado en el suelo, con la moto tumbada, pero no se soltó de ella. Estiró el brazo izquierdo buscando el embrague, mientras daba vueltas en redondo abrazado a la máquina, como si de un baile se tratara. En vista de que no llegaba a la palanca, y en plena lucha por no salir despedido, decidió seguir acelerando y la moto y él fueron trazando líneas redondas en el asfalto. La clave era que la máquina no se calara, porque hubiera sido un milagro arrancarla de nuevo con rapidez en un terreno ascendente. Por fin logró ponerla en pie, tras unos segundos interminables, y volvió a la carrera entre la ovación general. Y entonces, ya sin nada que perder, colocado en el séptimo puesto, comenzó el recital.

Un recital que se vio venir desde el inicio. No le va a Fonsi eso de ocupar la primera plaza de la parrilla de salida. Seis veces lo ha hecho y sólo en una acabó la carrera en ese mismo puesto. Prefiere estar tapado, que no le vean. Ayer salió el tercero, pero antes del primer paso por meta ya estaba en cabeza. Y eso no le va. Fue rebasado por varios pilotos, pero se mantuvo atento mientras Marco Melandri, el líder del Mundial, se veía obligado a remontar desde el fondo.

Se escapó Matsudo, un corredor que no representaba peligro alguno, y Fonsi se juntó a Battiani, al que con un gesto descarado de la mano pidió que dejara ese juego de 'ahora te adelanto yo, ahora me adelantas tú' y se fueran ambos a por Matsudo, que ya habría tiempo de disputarse, si fuera necesario, la segunda plaza.

Pero se estampó Fonsi contra el asfalto y regresó a la carrera en el séptimo puesto. Y ahí llegó su segunda lección del día -la primera había sido la de cómo dominar una moto tumbado en el suelo-. El español rebasó a Porto y a Melandri en la misma vuelta, vio como Aoki se caía y se quedó tras Matsudo, el líder. 'Tras la caída he ido a saco', declararía después. Y tanto. Trece segundos le sacaba el japonés, pero le rebajó cuatro en la vuelta 20, dos en la 21, se quedó sólo a siete, le vio cerca, muy cerca, y cuando le quedaban poco más de tres segundos que arañar vio cómo el japonés se caía tras una frenada demasiado brusca, un despropósito en la piscina aquella en la que se había convertido el circuito.

Tres vueltas quedaban y Fonsi ocupaba una primera posición que poco antes era una quimera. Y entonces buscó el más difícil todavía. Iba a ganar, pero no iba a recortar a su gran rival más que cinco puntos en la general (el vencedor se lleva 25 y 20 el segundo). Y Melandri, su gran rival, el mismo que había ganado los últimos seis grandes premios, y que había provocado la desesperación de Fonsi, harto como estaba de que la moto le fuera de maravilla en los entrenamientos y no en las carreras, era el segundo.

Así que decidió retarle, ponerle los dientes largos, intentar que se picara. Para ello, redujo la velocidad y esperó a que Melandri se acercara. Era una manera de hacerle creer que podía ganar, que quedaba tiempo, que acelerara, que se asomara para que, en el vértigo de un final de carrera, cometiera un error. Muy de la escuela Nieto era ese plan de Fonsi. 'Aflojé para ver si Melandri se encendía y podía pasar algo', reconoció el piloto madrileño.

Cerca estuvo de conseguirlo, pero Melandri no se encendió, optó por coger lo que tenía, que no era poco, y no asumir riesgos innecesarios. Porque suyo es el liderato de la general y Fonsi se mantiene a una distancia prudente (32 puntos). 'Pero esto no ha terminado y voy a seguir intentándolo como sea', decía después con ese gesto desafiante que suele acompañarle, tras culminar una carrera de vértigo, que le ha despojado del papel secundario que el destino parecía reservarle, y en la que, gracias a una soberana lección de cómo pilotar una moto, recuperó la sonrisa y volvió a vestirse de héroe.

Fonsi Nieto se desliza sobre el asfalto mientras se aferra al manillar de su moto en un momento de la carrera.
Fonsi Nieto se desliza sobre el asfalto mientras se aferra al manillar de su moto en un momento de la carrera.REUTERS
Fonsi Nieto da la vuelta de honor tras su gran victoria.
Fonsi Nieto da la vuelta de honor tras su gran victoria.REUTERS

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