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Columna
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El fracaso de Figo

Santiago Segurola

Había interés por observar a Figo en su entorno más querido. Durante los últimos meses ha dado impresión de jugador estragado, sufriente, como si de repente todo le costara infinitamente más. En el Madrid se ha replegado sobre sí, y no ha recordado en ningún momento su estilo agresivo y profundo. Su lesión de tobillo agudizó todos los síntomas: durante todo el final de temporada no logró desbordar jamás, hasta el punto de hacerse inexplicable la regresión del que había sido designado mejor jugador del mundo en diciembre.

Se podía pensar en el efecto beneficioso de su participación en la Copa del Mundo, la primera que disputa. Al contrario de lo que sucede en el Real Madrid, nadie discute a Figo en la selección portuguesa, donde es capitán general. Allí, con todos sus compañeros de generación y con un descanso de tres semanas, era previsible una mejora en su rendimiento. Pero la realidad fue muy diferente. Frente a Estados Unidos, Figo evidenció los mismos problemas que le acogotan en el Madrid: estuvo lento, se tapó en zonas donde tenía que desbordar y no tuvo el menor peso en el partido.

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Comenzó en la banda derecha, frente al incompetente Hedjuk, lateral sin recursos técnicos ni defensivos. En otros tiempos hubiera sido una víctima inmediata de la velocidad, el regate y el juego agresivo de Figo. En Suwon, no hubo duelo porque Figo abandonó rápidamente el ala derecha para pasarse a la izquierda, donde la esperaba Sanneh, un alto y fornido lateral que le cerró los caminos sin demasiados apuros. No consiguió desbordarle ni una sola vez.

Ante la evidencia de lo que sucedía, Figo se retrasó al medio campo, donde coincidió con la tradicional saga de mediapuntas portugueses. Por allí estaban Rui Costa y Joao Pinto, aunque todo el mundo se acercaba para complicar más el lío. Tampoco funcionó. Ni Figo, ni nadie. Pero a diferencia de los otros, Figo es el penúltimo ganador del Balón de Oro y el designado por la FIFA como mejor futbolista del planeta. Su decepcionante actuación se cerró sin ningún remate y sin ninguna internada. Sólo ofreció una nota positiva con respecto a los últimos partidos en el Madrid: por fin sacó de esquina con fuerza y efecto. En lo demás fue el mismo jugador plano que tiene a los aficionados preguntándose por su desplome.

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