Sabiocracia
Sabe más que un ministro, se maravillaban las abuelas de aquel pequeño reino aún mucho antes de entrar en la era de la sabiocracia. Para qué Aristóteles o Platón, si el responsable de Agricultura borda los análisis de suelos, aguas y foliares, investiga la clorosis férrica, diseña e instala el riego localizado.
Qué inútiles lucubraciones las de Hobbes y Gracia, Locke y Hume frente a este gobernante de Obras Públicas que brilla en la galaxia de la ingeniería geotécnica, cálculo de cimientos, estructuras de tierra y mecánica de suelo y rocas, mientras su colega de Transportes logra la conexión diferencial para sumar los pares motores de las locomotoras.
Sobran Voltaire y Montesquieu, Tocqueville y von Stein teniendo un encargado de las viviendas enfrascado en la ecosustentabilidad de los edificios en torre, los deslizamientos de alta calidad y los perfiles galvanizados, o un ministro de Comunicaciones capaz de chequear las cintas bloqueadas por un error de código de tiempo, afectadas por un drop y protusión debida al desenhebrado del VTR...
Marx y Nietzsche se asombrarían ante un secretario de Modernización reiniciando cada vez que, por saturación de usuarios, el intranet bloquea el servidor, con descarga del driver y fallo de los ficheros de impresión.
Pareto y Mosca harían la ola al ministro de la Ciencia, que con sus propias manitas ejecuta cálculos estequiométricos, los estados de agregación de la materia, los polímeros. Maquiavelo y Bodino se descubrirían ante un secretario de Justicia decorando las salas de vistas o un jefe de la Sanidad diseñando los nuevos uniformes de las enfermeras.
Para qué perder el tiempo con esas mariconadas de la política procurando el bienestar los agricultores, que las carreteras o los trenes no maten, que los investigadores no se mueran de hambre, que la gente tenga techo y la mayor cuota de salud posible, que se haga justicia también a los fiscales abyectos, que la escuela enseñe. Miserable plebeyez sería distraer a un gobierno de sabios que tan ocupado anda, sin ir más lejos mismamente hoy, en la ineludible tarea de purgar cuales son las formas genuinas de la flexión verbal.