Reportaje:BALONCESTO | Un español en la cima

Y su nuevo jefe, un mito

El Memphis, a punto de contratar a Jerry West, un histórico de la NBA, como 'mánager'

Cuando las andanzas de una persona de 63 años generan en la NBA una expectación parecida a la de las jóvenes estrellas es que se trata de un tipo excepcional por algo. No ya por su pasado, pues eso está relacionado con la nostalgia, sino porque todavía es capaz de ofrecer algo que casi nadie puede proporcionar: sabiduría, instinto, precisión, algo parecido a la magia. Esa persona existe y se llama Jerry West, astro del baloncesto allá por donde ha pasado: en la Universidad de West Virginia, en los Lakers de los años 60 y 70, en la dirección de operación de los célebres Lakers de Magic Johnson,...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuando las andanzas de una persona de 63 años generan en la NBA una expectación parecida a la de las jóvenes estrellas es que se trata de un tipo excepcional por algo. No ya por su pasado, pues eso está relacionado con la nostalgia, sino porque todavía es capaz de ofrecer algo que casi nadie puede proporcionar: sabiduría, instinto, precisión, algo parecido a la magia. Esa persona existe y se llama Jerry West, astro del baloncesto allá por donde ha pasado: en la Universidad de West Virginia, en los Lakers de los años 60 y 70, en la dirección de operación de los célebres Lakers de Magic Johnson, Kareem Abdul Jabbar y James Worthy, en los mismos Lakers que remontaron el vuelo cuando Shaquille fichó por el equipo porque confiaba en West más que en nadie. El hombre, en fin, que se jugó la vida por un chico de 17 años al que contrató a cambio de entregar a Vlado Divac a los Hornets de Charlotte. El chico era Kobe Bryant, y ahora todo el mundo dice que West es un genio porque supo antes que nadie que el muchacho era especial.

Esa clase de disparo certero es lo que quieren los Grizzlies de Memphis, dispuestos a convertir al viejo Jerry West en presidente del club al elevado coste de cinco millones de dólares al año.

Los Grizzlies, el equipo de Pau Gasol, son el conjunto perdedor por excelencia. Desde su ingreso en la NBA, nadie ha cosechado antes 100 derrotas, 200, 300. Pero algo le dice al dueño de los Grizzlies, Michael Heisley, que la fortuna puede cambiar muy pronto. Heisley ve que hay un potencial indiscutible en los jóvenes, pero sabe que necesita de un maestro que mueva los hilos en el teatro de la NBA, alguien que vea más allá que los demás, que sea un indiscutible, el mesías que lleve a los Grizzlies a través del desierto. Y ahí está el viejo West, el jugador más perfeccionista quizá que haya dado el baloncesto, un hombre atormentado por la derrota, quizá porque pocos obtuvieron más consideración individual a cambio de menos éxitos con su equipo. Aquellos Lakers sólo ganaron el título en 1972, éxito insuficiente para aplacar la amargura de West por tantas derrotas anteriores frente a los colosales Celtics.

En West confían los Grizzlies porque nadie merece más confianza. No en vano es el hombre cuya silueta -la de un jugador botando la pelota- figura como logotipo de la NBA. El mismo hombre con un grado tan extremo de profesionalidad que abandonó el baloncesto el día que, por primera vez en su vida, no le sudaban las manos en la vigilia de un partido.

Dejó el baloncesto y comenzó a jugar al golf. Lo hizo con tanta intensidad que muy pronto batió récords en los campos de Los Ángeles. Lanzaba los putts con la misma frialdad y precisión que los tiros libres. Y todo porque le horroriza perder, porque no puede convivir con el sentimiento de la derrota. Lo mismo ocurrió cuando se convirtió en el gran arquitecto de los Lakers en los años ochenta. Ganó entonces y ganó con Shaquille y Kobe, pero el miedo a la derrota no le abandonó.

Muchas veces se refugiaba en un cine porque no podía aguantar la tensión de los partidos decisivos de esos Lakers. Hace poco más de un año dijo que ya era bastante, y abandonó su puesto. Quería descansar y jugar al golf. Sin embargo, casi cada día ha aparecido una noticia relacionada con tal o cual equipo dispuesto a fichar al gran gurú. Nadie podía sospechar que fueran los desacreditados Grizzlies. Y si la operación se concreta será porque West también olfatea que algo se mueve en los Grizzlies. Algo relacionado con un buen futuro; con jugadores, como Gasol, que pueden encontrar en el viejo maestro la mejor ayuda posible para dar el gran salto.

Jerry West, en su época al frente de los Lakers.ASSOCIATED PRESS

Archivado En