Crítica:SUZUKI GRAND VITARA XL-7 2.7 V6 | PRUEBA

Un familiar muy campero

Sencillo y completo. Un todoterreno clásico con siete plazas y reductora que permite viajar a buen ritmo en carretera y sorprende por sus aptitudes en el campo. El Grand Vitara XL-7 es el modelo más grande de Suzuki, un 4×4 sencillo y funcional que aporta una gran polivalencia como familiar y tiene unos precios más asequibles que otros modelos similares.

Las siglas XL-7 definen muy bien este coche, que viene a ser la talla grande del Grand Vitara. Mide 4,68 metros y es 49 centímetros más largo que su hermano, pero su mayor longitud ha permitido alojar una tercera fila de asientos para d...

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Sencillo y completo. Un todoterreno clásico con siete plazas y reductora que permite viajar a buen ritmo en carretera y sorprende por sus aptitudes en el campo. El Grand Vitara XL-7 es el modelo más grande de Suzuki, un 4×4 sencillo y funcional que aporta una gran polivalencia como familiar y tiene unos precios más asequibles que otros modelos similares.

Las siglas XL-7 definen muy bien este coche, que viene a ser la talla grande del Grand Vitara. Mide 4,68 metros y es 49 centímetros más largo que su hermano, pero su mayor longitud ha permitido alojar una tercera fila de asientos para disponer de siete plazas. Además, así se atiende la demanda de los mercados norteamericano y japonés, donde se han puesto de moda los familiares con tres filas de asientos.

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Más largo, pero bastante compacto

A pesar de haber crecido bastante, el XL-7 mantiene la imagen y el estilo del Grand Vitara. Sin embargo, tiene una carrocería más compacta y menos voluminosa que otros 4×4 de su tamaño. La clave está en la altura, sólo 1,74 metros frente a los 1,85 del Terrano II y los 1,87 del Jeep Cherokee. Estas medidas más compactas lo hacen parecer casi un break con suspensiones de todoterreno, pero aparte de reducir el peso y la resistencia aerodinámica, le dan un aspecto más liviano y menos aparatoso. Por lo demás, el XL-7 mantiene el aire de familia de Suzuki en el frontal, tiene unos ángulos relativamente redondeados en el techo, e integra bien el portón trasero para ofrecer una imagen más estilizada que otros rivales. Además, viene de serie con llantas de aleación, y el conjunto, aunque no es rabiosamente moderno, tampoco presenta una estética anticuada.

Sencillo por dentro

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La discreción externa se mantiene por dentro. El XL-7 es el clásico todoterreno japonés de diseño simple y aspecto sobrio: abusa de los tonos grises en los plásticos y tapicerías, tiene un salpicadero y una consola de lo más convencionales y sólo destaca por su amplitud y los huecos disponibles para objetos, que son bastantes: cajón bajo el asiento del pasajero, dos posavasos fijos y otros dos retráctiles en la zona del freno, bolsas en las puertas y detrás de los respaldos, apoyabrazos hueco delante y hasta una bandeja compartimentada debajo del piso del maletero.

Pero lo importante es su funcionalidad interior, y en ese sentido, las siete plazas marcan la diferencia. Delante tiene dos butacas correctas, tres más en la segunda fila, que incluye un apoyabrazos central muy cómodo cuando viajan sólo dos pasajeros, y una tercera más pequeña con dos plazas. Además, aporta algunas soluciones de los monovolúmenes, como la regulación en longitud de la tercera fila, que incluye unos carriles para poder moverla. Y aunque la anchura no es generosa y los asientos no se pueden sacar, permite plegar una o las dos filas de atrás y deja todo el piso plano para aumentar la capacidad del maletero hasta 1.492 litros. Esta solución es muy práctica, dado que con las siete plazas ocupadas sólo tiene 187 litros disponibles para equipaje.

El conjunto se completa con unos acabados discretos -ajustes mejorables en algunas piezas-, una insonorización correcta y unas suspensiones equilibradas que completan su versatilidad y permiten circular con un confort aceptable en cualquier piso, incluidas las pistas más deterioradas.

Versión única

El Suzuki XL-7 se vende en versión única: motor 2.7 V6 24v. de gasolina y 173 CV. Cuesta 28.398 euros e incluye un equipamiento fijo y sin opciones, con doble airbag, ABS, aire acondicionado doble con salidas independientes delante y atrás, radiocasete, llantas de aleación, elevalunas eléctricos en las cuatro puertas, cierre con mando y una garantía de tres años sin límite de kilómetros.

No hay lujos, pero tampoco falta nada elemental, aunque se echan de menos elementos de seguridad, como los airbags laterales y el ESP, que no están disponibles. Y un motor turbodiésel más austero en los consumos. Pero tiene unas tarifas competitivas frente a otros 4×4 de gasolina y cinco puertas que ofrecen otras marcas.

Conclusión

El Suzuki XL-7 es una propuesta muy completa para familias numerosas. Combina un motor potente para viajar, un interior muy flexible con siete plazas, y unas suspensiones y una tracción 4×4 con reductora para circular sin problemas en el campo. Además, tiene un precio correcto para lo que ofrece, aunque exige asumir a cambio su discreción externa y un interior sobrio y sin lujos.

El XL-7 es el todoterreno más grande de Suzuki, un Grand Vitara más largo con siete plazas y tres filas de asientos. El frontal mantiene el estilo de la marca y las aletas ensanchadas que le dan un toque deportivo.ENRIQUE BROOKING

AL DESPIECE

- BUENAS PRESTACIONES Y CONSUMO El XL-7 es una de las propuestas más competitivas entre los todoterrenos de gasolina de su tamaño y destaca por su buena relación prestaciones/consumo. Es el que más corre después del Frontera, que monta un motor 3.2. Pero sobre todo gasta menos, con la única excepción del Cherokee, que cuenta con un motor 2.4 más pequeño y menos potente. Además, es el más asequible entre los que vienen de serie con siete plazas, que son todos salvo el Jeep. Y las diferencias de precio son importantes: 2.000 y 2.500 euros más barato que el Terrano II y el Frontera, respectivamente, y casi 8.000 euros frente al Montero. - AUSTERO, PERO MUY MODULABLE El interior del XL-7 es sencillo y austero, como la mayoría de los todoterrenos japoneses. Abusa de los plásticos grises y tiene una consola central recargada y de diseño anticuado. Pero a pesar de su escaso atractivo incluye detalles prácticos interesantes, como la zona del freno de mano, con muchos huecos para objetos a pesar de alojar la palanca de la reductora. Sin embargo, lo más destacable de este coche es la modularidad interior, casi similar a la de algunos monovolúmenes. Los asientos de la segunda fila permiten regular la inclinación de los respaldos y la banqueta se desliza hacía delante para ampliar el maletero. Y al igual que los de la tercera fila, se pliegan contra el suelo y dejan el piso plano. Además, debajo del maletero hay una bandeja con compartimentos para ocultar todo tipo de objetos. Por lo demás, la zaga es muy convencional y lleva la rueda de repuesto por fuera para no perder espacio de carga.