Crítica y propuesta sobre la prostitución
El revuelo que se ha organizado como consecuencia de las molestias que causa la prostitución en las calles y en los jardines de nuestras ciudades sugiere un comentario ácido y sirve para plantear una posible solución.
El comentario ácido es que, mientras las prostitutas no causaban escándalo en las calles y los jardines, nadie parecía preocuparse por ellas, en su mayoría pobres mujeres forzadas a ejercer ese oficio como consecuencia de la falta de expectativas laborales mejores o por haber sido engañadas por los traficantes sin escrúpulos que las introducen y manejan. Así es que, afortunadamente, ahora nos hemos dado cuenta del asunto e incluso se proponen medidas para resolverlo.
La posible solución sería la perogrullada de admitir como oficio o profesión esta actividad, que no veja ni humilla a quien la ejerce mucho más que otras profesiones, sobre todo cuando ha sido elegida libremente, y también regular su lacra principal, el proxenetismo. Es perfectamente admisible establecer las normas legales por las que debería regirse esta actividad colateral de la prostitución, de modo que existieran unos contratos, visados por las autoridades, que impidieran el abuso, la opresión, el engaño que ahora sufren las prostitutas. Por su parte, ellas -y ellos, no los olvidemos- podrían ejercer su oficio como autónomos o bien a través de organizaciones legales y transparentes, muy distintas de la figura tenebrosa del actual proxeneta. Con ello, quedarían nuestras calles y jardines libres del triste espectáculo de las peripatéticas, que no tienen otro medio de ofrecerse a los clientes.
