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Columna
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Nacional

Existe una película en blanco y negro con alguna escena en colores que aquí se llamó Toro salvaje, de Martin Scorsesse, con Robert de Niro en el papel del boxeador Jake La Motta: la principal virtud de este deportista fue su capacidad para encajar el castigo del contrario. Estoy leyendo un catálogo del Museo de Arte Moderno de Nueva York, propietario de esta obra de Scorsesse. Yo la vi en un cine de Málaga, y lo que más recuerdo es a Robert de Niro ante el espejo, diciéndose a sí mismo antes y después del combate:

-Eres el mejor, eres el mejor.

Así son las campañas de la Junta de Andalucía, propaganda de Andalucía y su Junta, que ha hecho a Andalucía imparable, inagotable, incomparable, imprescindible, imponente, indescriptible, ingeniosa, impulsora e impar. El anuncio que ha difundido la Junta estos días tiene un diseño entrañable: adjetivos en círculo como pétalos de margarita. Arranques el pétalo que arranques, no te saldrá ni sí ni no, sino un in y nunca un out. Andalucía es in. (El anuncio también sugiere un sol de adjetivos, y aquellos primeros estuches de anticonceptivos en forma de flor, en los que cada pétalo era una pastilla y un día.) Félix Bayón ya ha marcado con humor las incongruencias publicitarias de la Junta.

Yo las veo lógicas, normales aquí: llevan haciéndose años, todos los años. Lo que me pregunto es qué pasaría si los otros hicieran lo mismo que uno. Supongamos que el PP, gobernador de España, pusiera el Día de la Hispanidad o del Apóstol Santiago, o los dos días, la bandera de España en el logotipo de TVE, tal como el 28 de Febrero Canal Sur puso la bandera andaluza en su marca (el logotipo de Canal Sur tiene la misma forma solar-floral que el anuncio de la Andalucía Imparable), o que, aprovechando que el español Aznar es presidente de turno de la Unión Europea, pagara anuncios en todos los periódicos de España para proclamar que España es imparable, inagotable, incomparable, imprescindible, imponente, indescriptible, ingeniosa, impulsora e impar: seguramente España es todo eso, seguro, pero además sería ridícula.

Ahora me dicen que este tipo de consignas (sustituyamos la voz militar, consigna, por un término del comercio: eslogan: sólo persuasión, fabulación y encantamiento, como para vender un coche), me dicen que esta propaganda no es necesaria en España, patria de mucha historia, pero sí en Andalucía, nueva entidad política, donde la gente debe asimilar nuevos valores patrióticos, de autoestima. Me dicen que esta propaganda no es para sabiondos ni listos, sino para el pueblo llano, gente humilde, con corazón, que tiene que entender todo lo que vale ella y su tierra. Bueno. Yo la veo más bien un síntoma de paternalismo, es decir, de condescendencia o desprecio maquillado de sentimentalismo: el pueblo y el boxeador Jake La Motta diciéndose ante el espejo que es el mejor, el mejor. Y me asusto, porque esto del orgullo y el pueblo sencillo ha sido siempre la palabrería de todos esos patrioteros que arman estropicios y, en momentos excepcionales y brutales, llaman al pueblo humilde para que sea el corazón sincero y la mano de obra de la brutalidad.

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