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'LOS ORTEGA', UNA MEMORIA PÓSTUMA SOBRE LA FAMILIA

Hace pocos años me entretuve en hacer la historia probable de mi familia materna, los Spottorno, gente oriunda de la Riviera genovesa. Ahora intento contemplar el panorama de mis antepasados con una historia similar de mi familia paterna, los Ortega. Es empeño mucho más difícil porque los Ortega fueron personas más complicadas y porque uno de ellos, mi padre, fue un filósofo, un intelectual de primer rango en la España contemporánea, cuyo pensamiento sigue vivo -y por ello discutido- en España y fuera de ella.

Cuando se va ya viendo la espalda de la vida, es curioso cómo nos invade un gran interés por saber más de los seres queridos que poblaron nuestra infancia. El eco de los antepasados parece resonar, a veces, en el latido de la sangre, y muchas reacciones, caracteres y sentimientos de una persona se explicarían si conociésemos cómo fueron otros miembros de su linaje. No se hereda todo, pero hay características vitales que se perpetúan más fácilmente, como la salud, débil o recia. El temperamento, los deseos, las pasiones, son menos propensos a esa relativa continuidad, aunque pienso que cuando descubrimos en algún rincón de nuestro armario una pasión escondida, muy bien pudiera ser el rescoldo de esa misma pasión (...).

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Creo más justo y razonable que, cuando un hombre es ilustre, la fama y los honores irradien, como sucedía en el Celeste Imperio, sobre sus padres y no sobre sus descendientes; algo aportan aquéllos al triunfo de su hijo (...). Y habiendo sido mi padre un hito en la historia cultural española, debemos hablar de su progenitor, José-Dionisio Ortega Munilla, y de su abuelo, José Ortega Zapata, músico, jurista y periodista, porque algo heredó de ellos. Sin olvidar su rama materna, los Gasset, gente asimismo valiosa que dejó su huella en la España del siglo XIX (...).

En mi caso, el centro de mi vida ha sido, naturalmente, mi padre: por su personalidad, por el atractivo de su modo de ser y de sus ideas, por la bondad de su carácter, por la convivencia asidua con él y porque los acontecimientos de nuestra reciente historia me llevaron a ocuparme más de él en los momentos difíciles de la guerra civil, del exilio y de la posguerra. Pero no por haber vivido cerca de una persona podemos pretender explicar su vida, que es siempre enigma para el otro. La biografía, en última instancia, es un empeño imposible, pero cabe desentrañar algo de esa 'misteriosa trama del azar, destino y carácter' que era para Dilthey la vida. En un hombre de pensamiento que se va haciendo cuestión de su propia vida, sus escritos pueden ayudarnos a revelar su horizonte vital, aunque en ningún momento trato de exponer sus originales ideas filosóficas (...).

Probablemente mi propósito supera a mi capacidad de relatar la vida de mi padre o la vida de mi abuelo -a quien traté de niño- y de mi bisabuelo, que sólo era ya anécdota en mi casa. Pero si me he decidido ha sido al darme cuenta de que nada podía hacer con mayor fruición en estos años postreros de mi propia vida que lograr la reviviscencia del paso de mi padre por la suya. Me perdonará el lector que sienta, además de cariño, entusiasmo por aquel hombre que, en frase de su colaborador máximo, Fernando Vela, 'más que un hombre fue un acontecimiento'.

Extracto del preámbulo a Los Ortega, una extensa biografía de la familia que publicará Taurus.

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