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VISTO / OÍDO
Columna
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Los de siempre

'Sí, pero al cielo iremos los de siempre', decía una dama cuando recibía informes molestos del concilio de Juan XXIII. Como si hablara del Liceo, del Rastrillo, de la canasta benéfica, o el verano en San Sebastián. Un papa era una pequeñez en relación con esta casta diva, o divina, de las señoras del Ropero y el té en Embassy. Y sus maridos: no iban a ir solas al cielo en la temporada de la muerte. Los gobiernos: van los de siempre. Leo que en éste hay nueve altos cargos herederos del franquismo. Pocos. Hay que añadir menores, recién ingresados como el hijo de Adolfo Suárez, ministro también franquista / falangista y presidente del Consejo con el Rey: creo que este chico Suárez Illana será duque de Suárez dentro de unos años (cuantos más conserve la vida su padre, mejor). Y los propios individuos: Fraga. Sería una lista muy larga de los que fuera del Gobierno, en bancos y empresas y multinacionales, son 'los de siempre'. Quizá sean ellos, los españoles. La sangre azul, que sólo existió en las leyendas españolas (Havelock Ellis explicaba que los que no exponían sus manos al sol, porque no trabajaban, dejaban traslucir sus venas azuladas; los otros, siervos de la gleba, tenían las duras y torpes manos endurecidas y enrojecidas).

Vi en su congreso a los de siempre, caracterizados como ellos mismos, rodeados de unos advenedizos que son también los de siempre -aduladores, seguidores, ayudantes, aspirantes, novios-, y me daban la sensación de que todo sigue igual: la tradición. De la Reconquista en adelante, y quizá antes: Aznar es moro o judío vasco. Su característica se cumple: lo quieren todo, y se quedan con todo. 'Tuya es la casa, el caballo y la pistola', decía uno de los huidos a Franco, que se quedaba con todo (no sé si cito bien a León Felipe; la memoria no es la de siempre). Él 'se llevaba la palabra'. Me gusta ese optimismo, como cuando Georges Brassens cantaba que 'le joueur de flûte n'a trahi'. El del juglar o bufón Boadella, que aquí está: y tantos más, y tantos que están mudos y que por lo menos esperan oír algo. Será interesante que sepan que los de siempre están otra vez aquí, y que estuvieron con Suárez, al que despeñaron por ceder más de lo debido, y con González, que hiciera lo que hiciera, suprimiese el puño y la Internacional, no llegó a quitar las palabras 'socialista' y 'obrero' de su mote.

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