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Reportaje:FÚTBOL | Internacional

Anelka vuelve al colegio inglés

El jugador francés se marcha cedido al Liverpool, hasta el final de temporada, tras fracasar en el Paris Saint-Germain y enfrentarse en varias ocasiones a su técnico y descubridor, Luis Fernández

El mercado francés de invierno ya tiene su polémica. Nicolas Anelka, el futbolista prodigioso caído en desgracia, regresa a Inglaterra, tras fracasar en el fútbol español y frustrar su regreso al fútbol francés. Inglaterra, el país en el que se aburría, en la tardes plomizas de Londres, vuelve a ser su tabla de salvación. El Paris Saint-Germain, club al que retornó tras su tormentoso paso por el Real Madrid, ha decidido acceder a una cesión del jugador al Liverpool, que se reserva una opción de compra.

Desde que salió del Arsenal, en 1999, Anelka no ha levantado cabeza. Con las condiciones ténicas intactas, Anelka malgastó su experiencia española en un debate absurdo sobre la adaptación, los sistemas y el entorno para encubrir lo que Vicente Del Bosque definió ayer como 'un problema de madurez'. 'El comportamiento personal de Anelka era correcto, pero en el plano profesional tenía un comportamiento inmaduro. No se si ha corregido esa inmadurez', afirmaba ayer en la conferencia de prensa previa al partido de hoy entre el Mallorca y el Real Madrid.

Menos diplomático, y más irónico, se mostró Del Bosque con Luis Fernández, actual entrenador de Anelka en Francia y su descubridor en el París St. Germain: 'Cuando él no entrenaba al Real Madrid y veía los toros desde la barrera, decía que sabía cómo recuperar a Anelka'.

El destino los volvió a juntar. Luis Fernández regresó al Paris St. Germain tras su experiencia en Bilbao y Anelka rescindió su contrato con el Madrid. La impresión era que las rarezas del jugador francés, intovertido y sometido a su entorno particular, podía encontrar en la anaquía de Luis Fernández el medio natural para volver a ser quien fue. Anelka, un muchacho de 22 años, parecía demasiado prematuro para echarlo al cubo de la basura. Su experiencia en el Arsenal permanecía en la memoria. Un delantero rápido, fuerte, ágil y con instinto asesino. Un producto típicamente francés, al que Arsene Wenger sacó todo el partido del mundo. En cierto modo tenía el aspecto funcional del delantero ideal. Una especie de Van Basten, más físico.

Pero Anelka excede de sí mismo. Su introversión se asemeja a un problema de infantilismo, asociado a la inseguridad de un joven superado por los acontecimientos. El Madrid, un club exigente en una Liga irreductible, le vino grande. Pagó una cifra entonces récord por él (5.600 millones de pesetas). Pero se le escapaba de su game boy y volvió a París con el fracaso a sus espaldas.

Allí le esperaba Luis Fernández, su primer gran entrenador, aunque el otrora primer equipo francés padecía mal de altura. Luis Fernández, más que la psicología, aplica la impronta personal para sacar rendimiento de los jugadores. El ex entrenador del Athletic estaba convencido de llevar a Anelka al redil a base de buenos tratos y de su filosofía particular, tan caótica como convincente. En el fondo, Luis Fernández también se ha hecho a sí mismo en un entorno agresivo. Podían entenderse, pero no se comprendieron. Tropezaron dos volcanes y se enredaron en la lava.. Si en Inglaterra Anelka tuvo problemas con los tabloides ingleses, en París ha topado con Luis Fernández, harto de excentricidades y exigencias, en plena remodelación del club. Al final, Luis Fernández, aún capataz del París St. Germain y con la imagen no demasiado devaluada, ha preferido prescindir de un futbolista inmaduro, según Del Bosque; conflictivo, según la mayoría, y muy apagado futbolísticamente, hasta el punto de pasar desapercibido.

Luis Fernández se ha hartado de Anelka y Anelka se ha hartado de no se sabe qué. Ni en Francia ha encontrado alivio, prefiriendo regresar a la disciplina inglesa, su único momento de gloria en dos temporadas fantásticas 1997-1999.

Olvidado de la selección francesa, ocultado por la prestancia de compatriotas como Henry, incluso Pires, o por la egregia figura de Zidane, triunfador en un país tan complejo como Italia y en un club tan exigente como el Madrid, Anelka mira a Inglaterra.

El Liverpool, una institución del fútbol internacional, en pleno despegue europeo, es como una terapia de choque para Anelka. Volverá a tener como responsable a un compatriota, Gerard Houllier, pero el conjunto inglés trasciende a las personas.El Liverpool ha crecido mucho en los últimos años y cuenta con la presencia enigmática de Owen o la fuerza física de Heskey. Anelka deberá hacerse un hueco entre ambos.

Esta vez el colegio inglés será más exigente, porque Anelka trae malas notas. Es un chico díficil y no aquel que quería comerse el mundo en el Arsenal, casi en la adolescencia.

Seguramente en Inglaterra han pensado que difícilmente un futbolista de su talento no puede sucumbir a las primeras de cambio. Con Anelka, en actitud positiva, el Liverpool puede ganar velocidad, un complemento ideal para la inteligencia de Owen para intuir el gol. La duda estriba en su personalidad, más que en su juego. Ni Del Bosque, diplomático y conciliador, ni Luis Fernández, terapia de choque entre chicos de barrio, han encontrado sus entrañas de jugador. Los tabloides ingleses ya tienen, en cambio, un punto de atención.

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