Columna

Dilema

Recientemente se ha publicado una de tantas clasificaciones, donde se recoge los cincuenta mejores dirigentes empresariales. Entre los seleccionados por esta revista sólo podemos reconocer a dos valencianos: José Lladró, fundador, junto con sus hermanos, del grupo Lladró, que ocupa el puesto 25 y Manuel Colonques, actual presidente de Porcelanosa, en el 36.

Esta constatación no pasa de ser una anécdota, pero el resultado de este trabajo ha salido de una encuesta realizada en distintos sectores económicos relevantes del país. Esto quiere decir que el entramado empresarial de la Comunidad...

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Recientemente se ha publicado una de tantas clasificaciones, donde se recoge los cincuenta mejores dirigentes empresariales. Entre los seleccionados por esta revista sólo podemos reconocer a dos valencianos: José Lladró, fundador, junto con sus hermanos, del grupo Lladró, que ocupa el puesto 25 y Manuel Colonques, actual presidente de Porcelanosa, en el 36.

Esta constatación no pasa de ser una anécdota, pero el resultado de este trabajo ha salido de una encuesta realizada en distintos sectores económicos relevantes del país. Esto quiere decir que el entramado empresarial de la Comunidad Valenciana acusa una falta de notoriedad y carece de los mecanismos adecuados para proyectar su imagen con la intensidad y la nitidez que requiere la economía valenciana, para desempeñar el papel que le corresponde en los marcos español y europeo.

No se trata tan sólo de que la economía valenciana esté debidamente representada en el contexto español. Bien mirado, tampoco es demasiado importante que la Comunidad Valenciana, que supone el 10% en la mayor parte de las magnitudes económicas, se quede reducida a un discreto 4% a la hora de reconocer a los principales emprendedores españoles. El problema radica en que los hombres de negocios valencianos permanecen en segundo plano, no sabemos si por decisión propia o porque fallan sus mecanismos promocionales.

Y la sociedad valenciana necesita resolver este problema. Estamos en puertas para la instauración del euro como moneda única de la Unión Europea. Este es un hecho trascendental para nuestra economía y para nuestras vidas. Estos días estamos contemplando cómo el primer ministro británico, Tony Blair, se lamenta de la miopía del Reino Unido a la hora de no advertir el retroceso que supone mantenerse al margen de la apoteosis europea que supone la implantación de la moneda única. A su vez, los analistas auguran que este acontecimiento será un instrumento diferencial que permita a las economías europeas superar en mejores condiciones la recesión que afecta a la economía mundial. Pero, al mismo tiempo, ¿los valencianos disponemos de los resortes adecuados para afrontar con éxito los retos del nuevo milenio?

Para conseguirlo se necesitan infraestructuras, pero no lo son todo. Hacen falta hombres, ciudades, proyectos, cultura, instituciones, entidades que vertebren la sociedad, objetivos integradores, empresarios comprometidos y conciencia de que no sólo se trata de ganar dinero, sino sobre todo de tener garantizado el futuro en una sociedad moderna, armonizada y dispuesta a trasvasar sus valores hacia el exterior. Al mismo tiempo, hacen falta redes de interconexión, polos de actividad económica y cultural, sin olvidar a los políticos que son necesarios para llegar con éxito a las plataformas del poder.

Nos falta, en definitiva, que cuando se plantee una reivindicación como la del Círculo de Economía, con sede en Cataluña, que el presidente del Gobierno quiera reunirse con los empresarios valencianos, en su casa, como lo hace José María Aznar con Salvador Gabarró, presidente del Círculo, y otros dirigentes empresariales catalanes. No es mucho pedir y, sin embargo, todavía queda mucho por hacer y bastante por cambiar.

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