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Reportaje:

Los enseres del andalucismo

La Junta, además de la casa de Blas Infante, adquirirá cientos de objetos, incluidas las sillas que él mismo pintó

Una docena de sillas de estilo sevillano pintadas de verde por su dueño; los enseres de un supuesto descendiente de Boabdil; una talla de madera de un crucificado, e incluso un sillón que utilizó el diputado Emilio Castelar. Este heterogéneo muestrario, propio del almacén de un buhonero, junto con otras piezas no menos singulares, pasará en los próximos meses a poder de la Junta de Andalucía. Y lo hará como un tesoro de incalculable valor sentimental, pues tales piezas son los efectos personales que alberga la casa de Coria del Río donde vivió Blas Infante, el fundador del nacionalismo andaluz.

El valor de la venta de la casa de la Santa Alegría o El Castillo, pendiente de escriturar, fue fijado entre la Junta de Andalucía y los herederos de Blas Infante en 490 millones de pesetas. Pero al mismo tiempo que el inmueble, y los 36.905 metros cuadrados de terreno que lo rodean, la operación incluye un heteróclito conjunto de objetos relacionados con el notario sevillano, una espléndida biblioteca recién inventariada y unos derechos inmateriales de propiedad sobre los símbolos de Andalucía: el himno, el escudo y la bandera.

En la biblioteca, compuesta por cientos de libros, abundan los jurídicos y de temática andaluza

Blas Infante no sólo forjó las bases del andalucismo, sino que también planificó su simbología. La auténtica bandera, como el escudo original, los diseñó y guardó en su casa de Coria. La enseña, muy deteriorada por el paso del tiempo -se utilizó en 1918 en la Asamblea de Ronda y fue cosida por su esposa- ha sido donada por los herederos de Infante, igual que el escudo que colocó a la entrada de El Castillo y por cuyo aspecto formal han polemizado los expertos en heráldica.

Allí también están los testimonios musicales patrios. En el viejo piano, que también pasará al patrimonio público, compuso la música del himno a partir de un cántico de los curas escolapios de Archidona y una canción de siega. En este caso, sin embargo, los derechos de propiedad no están tan claros, pues aunque Infante escribió la letra y compuso la música, un arreglista avispado se adelantó e inscribió su versión en la Sociedad General de Autores. La Junta pues tendrá que contentarse con la propiedad parcial del himno.

Del resto de los símbolos de la tierra, así como de los escritos inéditos y del material fonográfico y de las imágenes, sí obtendrá la propiedad espiritual y material. Los herederos de Blas Infante, aunque han cuidado escrupulosamente de ellos desde el fusilamiento, en 1936, nunca han obtenido rédito alguno. Pero la casa de Coria, como ha quedado dicho, alberga cientos de objetos en mejor o peor estado y más o menos unidos a la figura del teórico del andalucismo. Quizá los que mejor testimonian el comportamiento familiar de Infante sean las sillas que según la palabra de los herederos él mismo pintó de verde y un mueble que construyó con sus propias manos.

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En el inventario ha aparecido también el fotograbado que sirvió para los preparativos de la asamblea frustrada de 1917 con el lema de 'Andalucía por sí, para Iberia y para la Humanidad' y un Hércules desnudo, 'prueba indiscutible de la condición humana'.

Entre tanto objeto llaman la atención cinco cuadros pintados por el propio Blas infante, entre ellos un retrato de san Juan de la Cruz, otro crucifijo de cilicio que presidió su escribanía, el gramófono con su altavoz y la correspondiente colección de discos, muebles con letras árabes, además de fotografías y pinturas de diversa índole y un pergamino manuscrito del siglo XIX sobre la villa de Casares.

La casa contiene también un comedor con murales que representan escenas de la obra Motamid o la leyenda de los enamorados, escrita por Blas Infante. La relación completa de los objetos que permanecen en El Castillo aún no se ha fijado. Será al término de la operación de compraventa cuando se inventaríen los efectos dispersos por los tres cuerpos de que se compone el edificio.

Unos cuerpos, por cierto, descritos en los documentos manejados en la operación con cierta prosopopeya. El primero, dicen, de estilo arabesco, donde está el despacho y el comedor; el segundo de 'voluntad romanesca' donde se desarrollaba la vida hogareña de los Infante, y el tercero 'marcadamente rústico' donde estaban las dependencias del servicio.

Pero entre todos los objetos subsidiarios de la casa lo más valioso es la biblioteca, compuesta por centenares de libros recientemente catalogados por una nieta del teórico de andalucismo, María Ángeles Delmás Infante. Abundan, claro, los volúmenes jurídicos junto con los de temática andaluza, y muchos otros dedicados por sus autores. La biblioteca constituye un pozo vivo para los estudiosos del nacionalismo y de su promotor.

Pero entre todos, el objeto más conmovedor es una radio con su altavoz. Cuando en el verano de 1936 fueron a detenerlo, Infante decidió llevársela consigo. Sus asesinos fue lo único que devolvieron.

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