Fran arregla la vida al Deportivo

Y de repente, Fran. Cuando daba la sensación de que el Deportivo se dejaría el liderato en Las Palmas, como se dejó la puntería en el vestuario; cuando parecía que podía pasarse varios días atacando sin oler el gol, apareció un invitado inesperado, Fran, que sacó a su equipo de un monumental atasco.

Jugó mejor el Deportivo que su rival, claro, por la sencilla razón de que es mejor que su rival. Y lo fue desde el primer instante. Como para dejar claro quién mandaba allí, Emerson entró con dureza a Samways en cuanto el inglés se le puso por delante. Y se le puso por delante al minuto de partido. Media hora después, Samways abandonaba el escenario cojeando y Emerson encontró el camino expedito para gobernar con mayor o menor rigor el partido.

El Deportivo apareció en escena con cierto estruendo, como queriendo dar un golpe de autoridad. Pero se le olvidó la munición. Echó de menos, amén de la imprescindible puntería, una mayor presencia en el juego de Valerón, maniatado como estuvo en la media punta. El problema lo intentó resolver Tristán, que fue quien más y mejor conectó con los extremos en el arranque, aun a costa de reducir su papel en ataque. Pero fue Emerson, más acostumbrado que Tristán a esto del pluriempleo, quien acabó protagonizando las mejores llegadas del Deportivo.

Las noticias más gratas del Las Palmas salieron del ideario de Pablo Lago, lo que puede resultar todo menos sorprendente. Descartada la posibilidad de que Orlando, o algún otro que por el área apareciera, superara a Donato, Las Palmas optó por dejarse hacer, a la espera de que algún contragolpe o algún invento de Pablo Lago le arreglara la vida.

Mandaba el Deportivo, sí, pero sin exagerar. Y sin apenas hacer daño. Sólo lo hizo cuando encontró a Víctor o Amavisca en las bandas. El primero vive en estado de gracia y se atreve con todo; el segundo viene protagonizando una de esas resurrecciones que no encuentran una explicación fácil. Estuvo en todas Amavisca, al que sus rivales sólo fueron capaces de detener a palos.

Seco como se encontró en ataque -y apelar a la ausencia de Makaay en un equipo que tiene a Tristán o Pandiani suena hasta feo-, el Depor comenzó a sentirse a disgusto. E Irureta también. Y cuando a Irureta no le gusta lo que ve, se asusta. Lo mismo daba que en todo momento el Deportivo diera la sensación de que apretando un poco, sólo un poco, se llevaba los tres puntos. Irureta es muy suyo para estas cosas y si no le vale con tener sobre el césped dos medios centros, pues pone tres. Y si tiene que sacar un delantero, pues sienta al que ya tiene, no sea que por juntar dos sobre el césped alguien le castigue. Pero resulta imposible negar a Irureta su acierto cuando puso en escena a Fran. Que en cuanto pudo agarró la pelota, amagó, se acercó al área y demostró que, para talento, el suyo. Y para puntería, ayer, la suya.