Los grandes museos buscan alicientes estivales para seducir a sus visitantes
MIGUEL ÁNGEL VILLENA
El paseo del Prado de Madrid asiste todos los días de agosto a un peculiar desfile de gente uniformada. Calzados con sandalias o zapatillas deportivas, enfundados invariablemente en pantalones cortos y cubiertos sus torsos con camisetas dan la impresión de ser un ejército que camina, arriba y abajo, bajo un calor abrasador.