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Tribuna
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El intérprete del pueblo brasileño

Hay un cierto equívoco en afirmar que Jorge Amado era el escritor más popular de Brasil. Lo era, pero iba más allá: en su caso, el fácil y burdo juego de palabras se hace inevitable. Jorge era un hombre amado en Salvador de Bahía, el escritor más leído por los brasileños en todos los tiempos, una figura entrañable en la vida del país. Más que enseñar a Brasil personajes e imágenes de Bahía y del noreste, lo que Jorge Amado ha hecho es enseñarles a los brasileños lo que efectivamente son o podrían ser. Admitía, con cierta candura melancólica, que siempre quiso transformar al mundo: 'A todos los hombres les gustaría cambiar el mundo. ¿Por qué a los escritores no? Desde luego, no lo he logrado, pero seguiré intentándolo'. Sus libros tampoco sirvieron para cambiar el mundo, pero lograron cambiar la vida de muchos, enseñándoles lo que podrían haber sido, lo que quizá fuesen.

Mientras la crítica brasileña trató su obra con ciertas restricciones -en algunos casos, con restricciones severas-, entre los lectores, lo que vale decir también entre sus compañeros de oficio, la receptividad era seguramente otra. 'Jamás pretendí ser un gran escritor', decía Jorge Amado, 'lo que siempre quise fue escribir para ser leído y estimado'. Ese logro nadie se lo podrá negar jamás. Desde sus primeros libros, de fuerte crítica social y un rigor estructural bastante apreciable, hasta los de una supuesta 'segunda etapa' (que él siempre rechazó), nacida luego de su alejamiento del Partido Comunista, en 1956, los lectores se identificaron de inmediato con sus tramas, escenarios y personajes. Su popularidad rompió mundos a partir del marco divisor de su obra, Gabriela, clavo y canela, de 1958. Pero el más vendido de sus libros -alrededor de seis millones de ejemplares solamente en Brasil- es el duro y contundente Los capitanes de la arena, de 1937, tiempos de su plena militancia en el PC, relato crudo de la vida de los niños callejeros de Salvador de Bahía. Jorge Amado se popularizó a partir de figuras extraídas de un universo sensual y de cierta manera idealizado de Bahía. Pero la más popular de sus obras es precisamente la que refleja el cotidiano crudo y perverso de la niñez abandonada.

En su monumental Historia concisa de la literatura brasileña, Alfredo Bosi, uno de los baluartes de la crítica de este país, ha sido durísimo con el autor de Gabriela: luego de tildarlo de claro ejemplo de 'populismo literario', Bosi dictaminó que en ese caso 'bastó con el paso del tiempo para que el engaño se deshiciera'. El compositor Antonio Carlos Jobim solía decir que, en Brasil, el éxito individual es considerado ofensa personal por todos los demás. La verdad es que parte importante de la crítica brasileña jamás le perdonó a Jorge Amado que se hubiese tornado tan popular, haber logrado un proceso de inmediata y profunda identificación entre el público y sus personajes. Más acertado estuvo Antonio Cándido, gran icono de la crítica literaria en Brasil, al registrar que Jorge Amado logró 'penetrar en la poesía del pueblo, estilizarla, transformarla en creación propia, traer al proletario y al trabajador rural, al negro y al blanco, para su experiencia artística, pues siempre quiso y supo vivir la de ellos'. Éste habrá sido su mayor logro, ésta será el origen de su condena por los críticos académicos: Jorge Amado permitió que el pueblo brasileño invadiera su literatura. Desde sus primeras obras de fuerte crítica social, hasta las últimas, plenas de poesía y cariño por figuras populares, Jorge Amado jamás dejó de ser un militante en el sentido más amplio de la palabra. Era un militante de la vida.

Los amigos y los que han convivido con él se llevarán para siempre la memoria de su inmensa y sensible generosidad. El pueblo de Brasil lo recordará como uno de los suyos, como su intérprete más cercano, más sencillo.

En los terreros de santos de Bahía existen 10 obás elegidas por los dioses, los hombres blancos protectores del pueblo, los sabios amigos de los abandonados. Jorge Amado ha sido obá a lo largo de más de treinta años. Ése ha sido su mejor reconocimiento.

Eric Nepomuceno es escritor, traductor y periodista brasileño.

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