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CUMBRE DEL GRUPO DE LOS OCHO

30.000 personas desfilan de forma pacífica en favor de los inmigrantes

Pablo Ximénez de Sandoval

El primer acto masivo del foro alternativo a la reunión del G-8 en Génova fue una fiesta, y además pacífica. Partiendo del límite mismo de la ciudad sitiada, entre 25.00 y 30.000 personas acudieron a una marcha por los derechos de los inmigrantes que superó todas las expectativas de la organización. Bajo la vigilancia de varias columnas de policías antidisturbios, el lema Libertad de movimiento, libertad sin fronteras llevó el grito de la inmigración ilegal a las calles transitables de la ciudad.

Bien visibles estuvieron caras conocidas como las del líder campesino francés José Bové o la de la líder de las Madres de la Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Por detrás marcharon grupos de todos los colores: desde los pacifistas de la campaña por la condonación de la deuda hasta los anarquistas de mirada desafiante que, con gritos de "viva el caos", cerraban la manifestación. "Los inmigrantes del primer mundo son los nuevos esclavos, son la prueba de la continuación del fenómeno del colonialismo que tiene su versión moderna en el tapón económico al que están sometidos los países pobres", explicaba Paolo Maggionare, del grupo Génova Ciudad Abierta.

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La fiesta de ayer sirvió para medir cuánta gente puede participar hoy en la jornada de asedio a la cumbre del G-8. De hecho, hay tantos grupos distintos, tantas sensibilidades, que las tres marchas previstas se han convertido en, al menos, diez.

Extremos organizados

Los manifestantes han venido a Génova "por simpatía, por una causa humanista, pero no por unas ideas políticas o económicas", explicaba Chiara Capretti, de 26 años, que llegó ayer de Roma con un grupo de 300 personas y a mediodía ya estaban probándose disfraces y pinturas en medio de un mar de pancartas.

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En medio del desorden, los más organizados son los extremos, es decir, los que han venido a rezar por los pobres y los que ya están consiguiendo cascos y máscaras antigás en ciudades cercanas para la batalla. En cuanto a las posibilidades de éxito de la invasión de la zona prohibida, todas las miradas están puestas en los Tute Bianche, un grupo de "acción pasiva" que tratará de superar el muro policial a empujones. Ayer ya eran 10.000, de ellos 100 españoles, y celebraron un ensayo general en el estadio Carlini, habilitado como gigantesco dormitorio de activistas al estilo campo de concentración.

Tras el ensayo se distribuyó un plano con las zonas por donde proyectan romper el cerco. Corrían los rumores de que por la noche los más radicales intentarían un asalto a la fortaleza que es el centro de Génova; no hubo tal, quizás el aguacero que llenó de barro el estadio aplacó los ánimos.

[QQ] La organización del alternativo Foro Social Global se desmarcó ayer por completo de cualquier tipo de violencia, pero los grupos anarquistas advirtieron: "El que no quiera recibir, que no se acerque a donde estemos nosotros".

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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